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lunes, 21 de junio de 2010

ARISTOTELES- LA TRAGEDIA :DEFINICION - PARTES CONSTITUTIVAS

ARISTÓTELES- LA TRAGEDIA
DEFINICIÓN - PARTES CONSTITUTIVAS
                                                     ( Poética y Tragedia)




DEFINICIÓN DE LA TRAGEDIA
Acerca de las reproduc­ciones que en exámetros imitan, y sobre la comedia, ha­blaremos más adelante. Tratemos ahora acerca de la tragedia, dando de su esencia la definición que de lo dicho se sigue: "Es, pues, tragedia reproducción imitativa de acciones esforzadas, perfectas, grandiosas, en deleitoso len­guaje, cada peculiar deleite en su correspondiente parte; imitación de varones en acción, no simple recitado; e imi­tación que determine entre conmiseración y terror el tér­mino medio en que los afectos adquieren estado de pu­reza."  Y llamo "lenguaje deleitoso" al que tenga ritmo, armonía y métrica; y por "cada peculiar deleite en su correspondiente parte" entiendo que el peculiar deleite de ritmo, armonía y métrica hace su efecto purificador en algunas partes mediante la métrica sola, en otras por medio de la melodía.

LAS SEIS PARTES CONSTITUTIVAS DE LA TRAGEDIA




Y puesto que son personas en acción quienes reproducen imitando se sigue, en primer lugar, que por necesidad uno de los elementos de la tragedia habrá de ser, por una parte. es­pectáculo bello de ver; y otros a su vez, composición melódica y recitado o dicción, que con tales medios se hace la reproducción imitativa. Y denomino recitado a la com­posición métrica misma; mientras que composición meló­dica ya da a entender de por sí su propia significación y virtud. Empero, la imitación lo es de acciones. Y las ac­ciones las hacen agentes que, por necesidad, serán tales o cuales según sus caracteres éticos —que de carácter e ideas les viene a las acciones mismas el ser tales o cuales.  Dado, pues, que dos sean las naturales causas de las acciones, a saber: carácter e ideas, de tales causas provendrá para todos el éxito o el fracaso. Ahora bien: la trama o argumento es precisamente la reproducción imitativa de las acciones; llamo, pues, trama o argumento  a la peculiar disposi­ción de las acciones; y carácter, a lo que nos hace decir de los actores que son tales o cuales:  y dicción o recitado, lo que ellos en sus palabras descubren al hablar, o de su modo de pensar sacan a luz en ellas.

Consiguientemente: toda tragedia consta de seis partes que la hacen tal: 1. el argumento o trama: 2. los carac­teres éticos; 3. el recitado o dicción: 4. las ideas: 5. el es­pectáculo: 6. el canto. De ellas dos partes son medios con que se reproduce imitativamente: una, la manera de imi­tar: tres, las cosas imitadas: y fuera de éstas no queda ninguna otra. Casi todos los poetas, se puede decir, se han servido de tales tipos de partes, puesto que todas las tra­gedias tienen parecidamente espectáculo, caracteres, trama y recitado, melodía e ideas.

ACCIÓN Y TRAMA
La más importante de todas es, sin embargo, la trama de los actos, puesto que la tragedia es reproducción imitativa no precisamente de hombres sino de sus acciones: vida, buenaventura y malaventura; y tanto malaventura como bienandanza son cosa de acción, y aun el fin es una cierta manera de acción, no de cuali­dad. Que según los caracteres se es tal o cual, empero según las acciones se es feliz o lo contrario. Así que, según esto, obran los actores para reproducir imitativamente las acciones, pero sólo mediante las acciones adquieren carácter.  Luego actos y su trama son el fin de la tragedia, y el fin es lo supremo de todo.

Además: sin acción no hay tragedia, mas la puede ha­ber sin caracteres. Que, en efecto, las tragedias de casi todos los modernos carecen de caracteres; y es caso general entre los poetas, como lo es también, entre los pintores, Zeuxis comparado con Polignoto; porque Polignoto es buen pintor de caracteres morales, mientras que la pintura de Zeuxis no tiene carácter moral alguno.

Además: si se enhebran sentencias morales, por bien trabajadas que estén la dicción y pensamiento no se obten­drá una obra propiamente trágica, y se conseguirá, por el contrario, con una tragedia deficiente en tales puntos, mas con trama o peculiar arreglo de los actos. Añádase que lo que más habla al alma en la tragedia se halla en ciertas partes de la trama, como peripecias y reconocimiento.

Un indicio más: los novatos en la composición de tragedias llegan a dominar exactamente la composición y los caracteres antes y primero que la trama de los actos caso de la mayoría de los antiguos poetas.

Es, pues, la trama o argumento el principio mismo y como el alma de la tragedia,  viniendo en segundo lugar los caracteres. Cosa semejante, por lo demás, sucede en pintura; porque si alguno aplicara al azar sobre un lienzo los más bellos colores, no gustara tanto como si dibujase sencillamente en blanco y negro una imagen. Y así es la tragedia reproducción imitativa de una acción y, mediante la acción, de los gerentes de ella.

IDEAS Y EXPRESIÓN
Lo tercero es la expresión, y con­siste en la facultad de decir lo que cada cosa es en sí mis­ma, y lo que con ella concuerde, cosas que, en los discursos, son efecto propio de la política y de la retórica, que por esto los poetas antiguos hacían hablar a sus personajes en el lenguaje de la política, y los de ahora en el de la retórica.

EL CARÁCTER
El carácter es lo que pone de manifiesto el estilo de decisión,  cuál es precisamente en asuntos dudosos, qué es lo que en tales casos se escoge, qué es lo que se huye por lo cual no se da carácter en aquellos razonamientos donde nada queda de elegible o evitable a merced del que habla. Hay, por el contrario, expresión o ideas donde quepa mostrar que una cosa es así o asá o bien sacar a luz algo universal.

DICCIÓN O LÉXICO
Lo cuarto, entre las partes de decir, es la dicción o léxico que según lo dicho ya,  es sino interpretación de ideas mediante palabras,  cosa que igual puede hacerse mediante palabras en métrica o con palabras en prosa.

CANTO Y ESPECTÁCULO
A las otras cinco partes de la tragedia las vence en dulzura la composición melódica. El espectáculo se lleva, ciertamente, tras sí las almas: cae, con todo y del todo, fuera del arte poética y no tiene que ver nada con su esencia, porque la virtud de la tragedia se mantiene aun sin certámenes y sin actores. Aparte de que, para los efectos espectaculares, los artificios del escenógrafo son más importantes que los de los poetas mismos.

AMPLITUD DE LA ACCIÓN
Dando ya, pues, por defi­nidos estos puntos, digamos cuál debe ser la trama de los actos, que ella es lo primero y más importante de la tragedia.

Dejemos además por bien asentado que la tragedia es imitación de una acción entera y perfecta y con una cierta magnitud, porque una cosa puede ser entera y no tener, con todo, magnitud. Está y es entero lo que tenga prin­cipio, medio y final; siendo principio aquello que no tenga que seguir necesariamente a otra cosa, mientras que otras tengan que seguirle a él o para hacerse o para ser; y fin, por el contrario, lo que por naturaleza tiene que seguir a otro, sea necesariamente o las más de las veces, mas a él no le siga ya ninguno; y medio, lo que sigue a otro y es se­guido por otro.

Es necesario, según esto, que los buenos compositores de tramas o argumentos no comiencen por donde sea y terminen en donde quieran, sino que se sirvan de las ideas normativas anteriores.

Además: puesto que lo bello —sea animal o cualquier otra cosa compuesta de algunas—no solamente debe tener ordenadas sus partes sino además con magnitud determina­da y no dejada al acaso —porque la belleza consiste en magnitud y orden, y por esta razón un animal bello no lo fuera en siendo extremadamente pequeño, ya que la vi­sión se hace confusa cuando su duración se acerca a tiempo imperceptible,  ni descomunalmente grande, porque no se lo pudiera abarcar de un golpe de vista, escapándosele por el contrario al espectador unidad y totalidad, pon­go por caso el de un animal de mil estadios—, síguese según esto que, a la manera como en cuerpos y animales es, sin duda, necesaria una magnitud, mas visible toda ella de vez, de parecida manera tramas y argumentos deben tener una magnitud tal que resulte fácilmente retenible por la memoria.

Ahora que el límite de tal extensión para los concur­sos y respecto de los sentidos  no depende del arte; por­que si hubiera que presentar en un concurso cien tragedias, las clepsidras fijaran el tiempo, como se dice ha pasado alguna vez.  Empero, el límite natural de la acción es: el de  mayor amplitud es el más bello, mientras la trama o intriga resulte visible en conjunto. Y para decirlo sucintamente en definición: límite preciso en cuanto amplitud es el de tal amplitud que en ella pueda trocarse una serie de acontecimientos, ordenados por verosimilitud o necesidad, de próspera en adversa o de adversa en próspera fortuna.

UNIDAD DE ACCIÓN.(EJEMPLO DE HOMERO)
Una trama o intriga no es una, como piensan algunos, sólo porque trate de un solo personaje, puesto que a uno, aun y siendo uno, le pasan muchas e infinitas cosas que no hay manera de formar unidad alguna con ellas. Y parecidamente: nu­merosas son las acciones de uno, mas con todas ellas no es posible constituir acción unitaria. Y en esto precisamen­te faltaron, al parecer cuantos poetas compusieron Heraclidas, Tese idas y poemas de semejante estilo, quienes, por ser Hércules un solo personaje, creyeron que, sin nada más, debía poseer ya unidad la trama o argumento.

Homero, sin embargo, o por arte o de natural parece haber visto bellamente en este punto, así como en muchos otros supera a tantos otros, porque al componer la Odisea no metió en el poema todo lo que a Ulises le pasó —pon­go por caso, su herida en el Parnaso o su simulada lo­cura en la asamblea,  sucesos de los cuales no era necesario o verosímil que, por haber acontecido el uno, hubiese de suceder el otro—, sino tan sólo lo concerniente a una acción, tal como lo hemos dicho; y así compuso la Odi­sea,  y parecidamente la Ilíada.

Es preciso, pues, que, a la manera como en los demás casos de reproducción por imitación, la unidad de la imi­tación resulta de la unidad del objeto, parecidamente en el caso de la trama o intriga: por ser reproducción imita­tiva de una acción debe ser la acción una e íntegra, y los actos parciales estar unidos de modo que cualquiera de ellos que se quite o se mude de lugar se cuartee y descom­ponga el todo, porque lo que puede estar o no estar en el todo, sin que en nada se eche de ver, no es parte del todo.



POESÍA E HISTORIA. COMPARACIÓN
De lo dicho resulta claro no ser oficio del poeta el contar las cosas como sucedieron sino cual  desearíamos hubieran sucedido,  y tra­tar lo posible según verosimilitud o según Necesidad. Que, en efecto, no está la diferencia entre poeta e historiador en que el uno escriba con métrica y el otro sin ella  —que posible fuera poner a Herodoto en métrica y, con métrica o sin ella, no por eso dejaría de ser historia—, empero diferenciase en que el uno dice las cosas tal como pasaron y el otro cual ojalá hubieran pasado. Y por este motivo la poesía es más filosófica y esforzada empresa que la historia,  ya que la poesía trata sobre todo de lo universal, y la historia, por el contrario, de lo singular. Y hablase en universal cuando se dice qué cosas verosímil o necesa­riamente dirá o hará tal o cual por ser tal o cual, meta a que apunta la poesía, tras lo cual impone nombres a per­sonas; y en singular, cuando se dice qué hizo o le pasó a Alcibíades.

APLICACIÓN A LA COMEDIA
En la comedía está ya la cosa clara; porque, una vez compuesta la intriga según verosimilitud, los poetas ponen a los personajes los nom­bres que primero les vienen, y no como los poetas iámbicos que trabajan sobre individuos.

APLICACIÓN A LA TRAGEDIA
En la tragedia suelen conservarse los nombres históricos. Y la causa de ello es porque solamente lo posible es creíble; que no tenemos sin más por posible lo que aún no ha sucedido, mientras que lo sucedido es ya evidentemente posible, que no hubiera sucedido, de no ser posible.

Con todo, en algunas tragedias tan sólo uno o dos nombres son conocidos, los demás invención; en alguna, ni uno solo, por ejemplo en la Antea de Agatón, que en esta composición todo es inventado: hechos y nombres, y no por eso el deleite es menor.

De manera que, en general conclusión, no es preciso atenerse a las tramas o mitos tradicionales con que traba­jan muchas tragedias,  pues  fuera ridículo tal intento, ya que lo que se dice conocido lo es en verdad de pocos, y no por ello deja de placer a todos.

De lo cual resulta claro que el poeta ha de serlo más bien de tramas o argumentos  que de métricas, que es poeta en cuanto y por cuanto reproductor por imitación, e imita precisamente acciones. Y cuando, por acaso, tome para sus poemas lo realmente sucedido, no por eso sólo dejará de ser poeta, porque no por haber sucedido dejan de ser las cosas verosímiles o posibles, y por tales aspectos el poeta lo es de ellas.

TRAMA DE EPISODIOS
Entre las tramas y acciones simples las de episodios son las peores. Y llamo tramas de episodios aquellas en que los episodios pasan unos tras otros sin entramado de verosimilitud o necesidad. Y las hacen así los malos poetas por ser tales, y los buenos por respeto a los actores, porque, al trabajar para concursos, y dilatar la trama más de lo que ella da de sí, se ven forzados frecuentemente a distorsionar la natural conexión.

CONMISERACIÓN Y TERROR. IMPREVISTO Y MARAVILLOSO
Y, por otra parte, puesto que la reproducción imitativa no lo es tan sólo de acción completa sino de lo tremebundo y de lo miserando, y tremebundo y miserando no lo son superlativamente cuando sobrevienen de manera ines­perada, más que cuando por mutua conexión —que las cosas que de esta manera suceden causan mayor maravilla que si sucedieran natural o casualmente, que aun las co­sas que por casualidad pasan nos parecen tanto más sorprendentes cuanto más a posta parezcan suceder, pongo por caso el de la estatua de Micio en Argos  que mató al culpable de la muerte de Micio mientras asistía de es­pectador a una fiesta, que tales casos no nos parecen pasar al acaso—, se sigue que las tramas de tal estilo serán de entre todas las más bellas.

ACCIÓN SIMPLE Y ACCIÓN COMPLEJA
Entre los argu­mentos y tramas unos son simples y otros intrincados, porque, parecidamente, las acciones, cuyas imitaciones son precisamente las tramas, resultan ser derechamente simples o intrincadas. Digo, pues, a tenor de esta definición, que una acción será simple si, al hacerse, resulta continua— y una, produciendo— el cambio de fortuna sin peripecias ni reconocimientos; e intrincada, cuando suceda tal cam­bio con reconocimientos o con peripecias, o con ambos de vez.

RECONOCIMIENTO Y PERIPECIA
Y es preciso que peri­pecia y reconocimiento surjan de la contextura misma de la trama o argumento, de manera, con todo, que tal pro­cedencia de los antecedentes sea o por vía de necesidad o por la de verosimilitud, que gran diferencia hay entre que una cosa venga después de otra y que una proceda de otra.

LA PERIPECIA
Como se dijo ya,  peripecia es la inversión de las cosas  en sentido contrario,  y, como quedó también dicho, tal inversión debe acontecer o por necesi­dad o según probabilidad, como en el Edipo se ve, que el que vino a confortarle y librarle del temor que tenía por lo de su madre, en habiendo mostrado quién era, le causó contrario efecto:  y en el Linceo  se lleva a la muerte a Linceo y va siguiéndole Dánao para matarlo: pues bien, el curso de los acontecimientos hace que éste muera y aquél se salve.

EL RECONOCIMIENTO
El reconocimiento, como su nom­bre mismo lo indica, es una inversión o cambio de igno­rancia a conocimiento que lleva a amistad o a enemistad de los predestinados a mala o buena ventura. Y bellísimo será aquel reconocimiento que pase con peripecia, como es de ver en el Edipo.

Hay además otros tipos de reconocimiento, porque lo que se acaba de decir pasa también con cosas inanima­das y casuales, y puede darse reconocimiento de si uno ha hecho o no tal cosa o tal otra.

El reconocimiento, con todo, más apropiado a la trama o argumento y mejor adaptado a la acción es el di­cho; que, en efecto, reconocimiento con peripecia traerá consigo compasión o temor, cuyas acciones se supone  precisamente las reproducciones imitadas por la tragedia, y de tales acciones provendrán buena y mala ventura.

Y puesto que el reconocimiento lo es de personas, se dan casos en que lo es simplemente de una por otra, cuando consta claramente quién es una de ellas, y otros en que es preciso doble reconocimiento, pongo por ejemplo: Ifigenia es reconocida por Orestes mediante el envío de la carta,  mas para que ella lo reconociera a él fue menester otro reconocimiento.

PASIÓN
Según esto, pues, dos son en este aspecto las partes constitutivas de la trama o argumento: peripe­cia y reconocimiento; en otro, y cual parte tercera, la pasión. De entre ellas reconocimiento y peripecia quedan ya declarados; pasión, por su parte, es una acción per­niciosa y lamentable, como muertes en escena, tormentos, heridas y cosas semejantes.


AMPLITUD DE LAS PARTES DE LA TRAGEDIA
Se dijo ya anteriormente qué partes de la tragedia deben emplearse como específicamente suyas. Desde el punto de vista, sin embargo de la cantidad, o sea de las partes separables que puede dar la división,  las partes son estas: prólogo, episodio, éxodo, coral, que, a su vez, se divide en páro­dos y estásimon. Estas partes son comunes a todas las tragedias; peculiares a algunas, cantos desde el escenario y commos.

Prólogo es la parte entera de la tragedia que precede a la llegada del coro; episodio es la parte entera de la tragedia comprendida entre los corales enteros; éxodo, la parte entera de la tragedia fuera de los corales; entre los corales, párodos es la primera frase entera del coro: está­simon, aquella parte del coral que no tenga ni versos anapésticos ni trocaicos; commos,  treno conjunto del coro y de los actores en escena.

Se dijo ya anteriormente qué partes de la tragedia deben emplearse como específicamente suyas; desde el punto de vista, sin embargo, de la cantidad y de las partes se­parables que puede llegar a dar la división, las partes son las ya dichas.

Qué cosas deben mirar y qué otras evitar cuidadosa­mente los argumentistas, cómo alcanzar el efecto propio de la tragedia, puntos son que continúan los que se aca­ban de decir.

CAMBIOS DE FORTUNA
Supuesto que la contextura de la tragedia más bella haya de ser no simple sino in­trincada y que la tragedia deba ser reproducción imitativa de lo tremebundo y miserando que esto es peculiar de tal tipo de imitación, es, primeramente, claro que no deben aparecer los Varones buenos trocándoseles la suerte de buena en mala que esto no inspira ni temor ni compasión, sino repugnancia moral, ni los malos pasan­do de mala a buena ventura que esto fuera la cosa más contraria a la tragedia, puesto que no respeta ninguna de las que debiera: porque no es ni humanitario  ni compasivo ni tremebundo, ni presentar a los rematada­mente perversos 96 cayendo de buena en mala ventura que trama semejante fuera tal vez humana, mas sin com­pasión ni temor, porque éste nos sobreviene ante el in­merecidamente desdichado, y aquélla respecto de nuestros semejantes, que, en verdad, la compasión se funda en lo inmerecido de la desdicha y el temor en la semejanza de manera que en este caso no habrá ni compasión ni temor.

CÓMO DEBE SER EL HÉROE: DESENLACE
No queda, pues, sino el término medio entre tales extremos, y es éste el caso de quien, sin distinguirse peculiarmente por su virtud y justicia, se le trueca la suerte en mala no precisa­mente por su maldad o perversidad, sino por un error  de esos que cometen los puestos en gran fama y prospe­ridad, como Edipo y Tyestes, y otros varones ilustres por el estilo. Es necesario, pues, para que la trama tenga belleza, el que sea sencilla más bien que doble,  según terminología de algunos: y ha de trocarse la suerte no de mala en buena, sino, al contrario, de buena en mala, y no a causa de acción perversa, sino a causa de un grande yerro de personaje tal cual el dicho o de otro mejor más bien que peor. Indicio tenemos en lo pasado: que los primeros poe­tas no contaron sino con las tramas o argumentos que a las manos se les venían, mientras que ahora las más bellas tragedias se componen sobre bien pocas casas, por ejemplo: las de Alcmeón, Edipo, Orestes, Melé agro, Tyes­tes y Telefón, y sobre todos aquellos a quienes aconteció  sufrir o causar terribles desgracias. Tal es, pues, la contextura de una tragedia superlativamente bella según el arte.

EL EJEMPLO DE EURÍPIDES
Y en esto precisamente yerran los que reprochan a Eurípides el hacer que sus tragedias, muchas por cierto de ellas, terminen en desven­turas, que, como queda dicho, esto es lo correcto. Y sea indicio máximo el que en representaciones escénicas y en concursos tales tragedias, correctamente hechas, resulten a ojos vistas trágicas en superlativo; y el mismo Eurípides, aunque en otros detalles no se administre bellamente, no por eso deja de parecer el más trágico, por cierto, de los poetas.

TRAGEDIAS DE DOBLE DESENLACE
Viene en segundo lugar la que otros ponen en primero: la de doble trama o argumento, cual la Odisea con final contrario para buenos y malos. Y pasa a primer lugar por el sentimentalismo de los espectadores, que a las peticiones de ellos se acomodan, al componer, los poetas. Empero, este placer no es el propio de la tragedia; lo es, más bien, de la comedia, donde los peores enemigos según el argumento, como Orestes y Egisto, salen al final hechos amigos, y nadie muere a manos de nadie.

ORIGEN DE LAS EMOCIONES DRAMÁTICAS: (TEMOR Y CONMISERACIÓN)
Hay casos en que temor y conmiseración surgen del espectáculo, y otros en que nacen del entrama­do mismo de los hechos, lo qué vale más y es de mejor poeta. Porque, en efecto, la trama debe estar compuesta de modo que, aun sin verla con vista de ojos, haga tem­blar a quien oyere los hechos, y compadecerse por lo ocurrido, lo cual le pasara a quien oyera el argumento del Edipo. Empero, producir mediante el espectáculo ese mismo efecto es menos artístico y más necesitado de aportes externos.
En cuanto a las que mediante el espectáculo no pro­ducen temor sino horror por lo monstruoso,  del todo son ajenas a la tragedia, porque no se ha de buscar sacar de ella cualquiera delectación, sino la suya propia.  y puesto que el poeta debe proporcionar ese placer que de conmiseración y temor mediante la imitación procede, es claro que esto precisamente habrá de ser lo que en los actos de la trama se ingiera.
Determinemos, pues, qué incidentes y accidentes apare­cen cual terribles de temer, cuáles otros como lamentables de compadecer.

LOS PERSONAJES DEBEN SER AMIGOS
Tales cosas pasan, de necesidad, o bien entre amigos o entre enemigos o entre personas neutrales. 

1.      1.       Si de enemigo a enemigo, nada habrá de compadecible ni en las acciones ni en las intenciones, excepto lo que de sí traiga el accidente mismo.
2.      2.       Y parecidamente respecto de personas indiferentes res­pecto a amistad y enemistad.

Empero, accidentes que pasen entre amigos como cuando hermano mata o está a punto de matar o hacer algo parecido con hermano, o hijo con padre, o madre con hijo, o hijo con madre son puntualmente los que se deben buscar.

EL POETA Y LA TRADICIÓN
Ahora bien: no se deben deshacer las tramas o argumentos tradicionales: me re­fiero, pongo por caso, a que Clitemnestra ha de morir a manos de Orestes, y Enfilo a las de Alcmeón. Con­viene, sin embargo, que el poeta halle nuevas invenciones y use bellamente de las recibidas. Y diré con más claridad lo que entiendo por usar bellamente de ellas. Puede presentarse una acción como hecha a ciencia y conciencia, que así lo hicieron los poetas antiguos, y cual lo hizo Eurípides con Medea, matando a sus hijos. Y puédase también hacer que se cometa algo terrible, mas sin saberlo, y después de hecho reconozca el parentesco —así Sófocles en el Edipo, donde lo terrible pasa fuera del drama, cuando en otros sucede en la tragedia misma; caso, el Alcmeón de Astidamas o el de Telégono en el Ulises herido.Además de éstos cabe un tercer caso: que quien está a punto de hacer por ignorancia algo irreparable, lo re­conozca en el punto mismo de ir a hacerlo. Y fuera de estos casos no quedan otros:  porque son necesarias las disyunciones: hacer o no hacer, a ciencia y conciencia o sin ciencia ni conciencia.

1.      1.       Entre estos casos, el del conocedor que se apresta y no hace nada es el peor, pues resulta insignificante y no trágico, puesto que no pasa nada. Y por este motivo ningún poeta hizo cosa parecida, a no ser rarísima vez, por ejemplo: en la Antígona, Hemión con Creón.  
           
2.      2.       Segundo caso: de acción ejecutada. Lo mejor es que se haga con ignorancia, y, ejecutada, se reconozca: puesto que tal acto no será repugnante y el reconocimiento será golpe de sorpresa.

3.      3.       El mejor y más potente, sin embargo, es el caso último: tomo el ejemplo del Cresfonte, donde Mérope está a punto de matar a su hijo, mas no lo mata sino lo reconoce; y en la Ifigenia, parecidamente entre herm­ano y hermana; y en la Hele, 114 donde el hijo en el trance mismo de entregar a su madre la reconoce.

Y por este motivo, como ya se dijo, se tratan las tragedias con tan pocas familias, porque, no obstante la rebusca de los poetas, no ha sido el arte sino el azar quien les proporcionó en los mitos  tales casos; vence, pues, forzados a volver una y otra vez a esas casas en que tales cosas pasaron. Acerca, pues, de la contextura o arreglo de los actos y de cómo deban ser las tramas o argumentos, baste con lo dicho.

CUALIDADES DE LOS CARACTERES
Acerca de los caracte­res cuatro cosas se deben intentar:

1.      1.       una y la primera, cómo hacer que sean buenos. Y habrá carácter si, como se dijo, palabras y obras ponen de manifiesto un cierto estilo de decisión, y será bueno el carácter si tal estilo lo es.  Lo cual cabe en todas las clases de personas; que una mujer puede ser buena y puede serlo un esclavo, a pesar de que, tal vez, de entre éstos sea la mujer un ser inferior, y el esclavo un ser del todo vil.
2.        2.         En segundo lugar, que el carácter sea apropiado; porque un carácter es el viril, mas no fuera apropiado a una mujer el serlo.
3.      3.       En tercer lugar, que el carácter sea semejante;  cosa distinta de ser bueno y apropiado, tal como quedan explicados.
4.      4.       En cuarto lugar, que sea constante, porque, aun en el caso de que la persona que a la imitación se ofrece sea inconstante y tal carácter se le atribuya, con todo ha de ser constantemente inconstante. Y se puede traer como modelo de mal carácter innecesario el de Menelao en el Orestes:  como ejemplo de carácter inconve­niente y destemplado, las lamentaciones de Ulises en la Escila.  y el discurso de Melanipa;  y por paradig­ma de carácter inconstante, Ifigenia en Aulide, que en nada se parece la suplicante a la otra.

VEROSIMILITUD Y NECESIDAD
Es preciso en los carac­teres, al igual que en la trama de las cosas, buscar siempre o lo necesario o lo verosímil, de manera que resulte o lo necesario o verosímil el que personaje de tal carácter haga o diga  o cuales, y el que  tras esto venga estotro.
           
EL "DEUS EX MACHINA"
Según esto, pues, es evi­dente que los desenlaces de las tramas o argumentos deben resultar de la trama y no por un artilugio, como en la Medea o al ir a embarcarse, como en la Ilíada.  Hay que emplear, por el contrario, un artificio para co­sas fuera del drama, o para aquellas que pasaron cuando hombre alguno pudo saberlas de vista o para aquellas otras posteriores que, por ser tales, necesitan de predicción y anuncio, que concedemos saberlas todas, y de vista,a los dioses. Empero, ningún acto debe quedar sin expli­cación racional,  dentro de la trama; y si alguno que­dare, sea fuera de la tragedia, como en el Edipo de Só­focles.

POETAS Y RETRATISTAS
Por otra parte, dado que la tragedia es reproducción imitativa de varones mejores que nosotros, menester será que imitemos a los buenos retra­tistas, quienes, al darnos la peculiar figura del original, la hacen semejante y la pintan más bella. De parecida manera, pues, al reproducir por imitación el poeta a violentos, cobardes y otros de caracteres parecidos, ha de hacer­los, sin que dejen de ser tales, notables;  por ejemplo, el Aquiles de Agatón y de Homero.

Es preciso, pues, observar todo esto y además de ello es otra llamada a los sentidos que por necesidad acompañan al arte del poeta, que también en esta parte acon­tece faltar con frecuencia. Pero de esto hablé ya en otras publicaciones mías.

ESPECIES DE RECONOCIMIENTO. POR SEÑALES
Ya queda dicho qué sea reconocimiento. En cuanto a las especies de él, sea la primera aunque la menos artística y la más usada en los apuros la que se hace por señales externas, de las cuales algunas vienen por nacimiento, como "la lan­za que llevan los hijos de la Tierra", o las estrellas en el Tyestes de Cárcino;  las demás son adquiridas; y de ellas, unas están en el cuerpo, como las cicatrices; otras, fuera, como los collares y aquella cestita de la tragedia Tyro.
Se puede uno servir de tales señales mejor o peor; y así Ulises es reconocido por la cicatriz, mas de una mane­ra lo reconoce su nodriza y de otra los porquerizos;  fue, en efecto, los reconocimientos preparados de intento para hacer fe son los menos artísticos, y lo mismo los a éstos parecidos; mejores son los que resultan de una peripecia, como el que tiene lugar en el Baño.

RECONOCIMIENTO POR ARTIFICIO DEL POETA
En segundo lugar hay reconocimientos fabricados por el poeta, y son por tal motivo extraños a arte; por ejemplo, en la Ifige­nia Orestes  se hace reconocer porque se da a conocer, mas Ifigenia por la carta; y dice Orestes lo que el poeta quiere que diga, no lo que la trama exige de suyo. Y por esto se falta aquí casi de la manera dicha, porque le era bien factible llevar algunas señales. Y lo mismo en el Tereo de Sófocles, con la voz de la lanzadera.

RECONOCIMIENTO POR RECUERDO.
La tercera clase de reconocimiento se hace por el recuerdo, al sentir algo pe­culiar a la vista de un objeto, como en los Ciprios de Di­ceógenes, donde el personaje prorrumpe en llanto a la vista de un cuadro, y parecidamente en el recital de Alci­no o que, oyendo al citarista, le vienen a Ulises recuerdos y lágrimas.  Y así fue reconocido.

RECONOCIMIENTO POR RACIOCINIO
En cuarto lugar hay reconocimiento por silogismo  así en las Coéforas: "há venido alguien semejante a mí": "ninguno lo es fuera de Orestes", "luego Orestes es quien vino".  y parecido reconocimiento es el inventado por el sofista Polyidos para Ifigenia,  porque verosímil es que Orestes argumente que "si su hermana fue sacrificada, le pase también a él lo mismo". Y semejante caso en el Tydeo de Teodecto;  'habiendo venido para encontrar un hijo, encuentra él mismo la muerte". Y parecidamen­te en las Fineidas:  las mujeres concluyen del lugar que ven a la muerte que les espera, que "está determinado mueran aquí, puesto que aquí fueron expuestas

CASO DE FALSO RAZONAMIENTO
Se dan también reco­nocimientos fundados en un razonamiento falso de los espectadores. Por ejemplo en el "Ulises, falso mensaje­ro":  el que Ulises tienda el arco, cosa que no puede hacer otro alguno, es invención del poeta e hipótesis suya —[y lo mismo si hubiera dicho que Ulises re­conocería el arco aun sin verlo]—; mas es razonamiento falso del público pensar que Ulises podrá ser reconocido por tal medio.

RECONOCIMIENTO SACADO DE LOS HECHOS MISMOS
Entre todos, el mejor tipo de reconocimiento es aquel que surge de las acciones mismas, produciéndose según verosimili­tud la sorpresa y desconcierto —como en el Edipo de Sófocles y en Ifigenia, porque cosa verosímil es que Ifige­nia encomendara a Orestes unas letras—, ya que tan sólo semejantes reconocimientos se verifican sin invencio­nes, señales ni collares. Vienen en segundo lugar los que se hacen por silogismo.

POETA Y REPRESENTACIÓN DE LA ACCIÓN. 
IDENTIFICACIÓN CON LOS PERSONAJES
Hay que componer las tramas o argumentos y completarlos con lenguaje tal que pongan lo más posible las cosas ante los ojos, puesto que, viéndo­selas entonces con máxima claridad, como si ante uno mismo pasaran los hechos, encontrará lo conveniente y no se le escaparán las contradicciones ocultas. Indicio de lo cual hallamos en lo que se reprochó a Cárcinos, por­que su Amfiaro salía del templo, cosa que, por no verla, se le pasó desapercibida al poeta, pero ya en escena se cayo en cuenta de que se lo veía salir, por lo que los especta­dores protestaron.  Es menester, además, en cuanto sea posible, completar las tramas con figuras de gesto y actitud.
En efecto: por la naturaleza misma de las cosas per­suaden mejor quienes están apasionados; y así, más ver­daderamente conmueve el conmovido, y enfurece el airado. Y por este motivo el arte de la poesía es propio o de naturales bien nacidos o de locos; de aquellos, por su multiforme  y bella plasticidad; de éstos, por su potencia de éxtasis.

IDEA GENERAL Y EPISODIOS
En cuanto a los asuntos, estén ya hechos o hágaselos uno, es preciso trazarse el plan general y después pasar a episodios y desarrollos.

Y voy a decir la manera de dar esa general mirada a las cosas. tomando por ejemplo el de Ifigenia. "En el momento de ser sacrificada una cierta doncella, se les desaparece misteriosamente a los sacrificadores; es transporta­da a otro país en donde es de ley sacrificar a los extranje­ros en honor de la Diosa, y tal es el cargo sacerdotal que se le da. Al cabo de un tiempo llega el hermano de la sacerdotisa —el hecho de que el Dios le mandara ir allá, 148 por qué causa y para qué fines, cae fuera de la trama. Llegado, pues, y preso el hermano, y en el punto mismo ya de ir a ser sacrificado, se da a conocer - sea como lo hace Eurípides o como Polyidos, 149 diciendo, y es verosí­mil, que "no sólo su hermana tenía que se' sacrificada sino él también", y de aquí le vino la salvación.

LOS EPISODIOS
Y una vez dados, después de dados esto, los nombres a los personajes, toca su vez a los episodios, viendo la manera de que sean apropiados — como en el caso de Orestes; la locura, ocasión de su captura y su sal­vación mediante la purificación. 150

EPISODIOS Y EPOPEYA. LA ODISEA
Ahora bien: en los dramas los episodios son breves; mientras que en la epopeya son ellos los que la dilatan. Y así: en la Odisea el argumento no es, de suyo, largo: "un hombre anda largos años errante de su patria, vigilado por Neptuno y en soledad; mientras tanto en su casa van las cosas de manera que su fortuna la están dilapidando pretendientes, y tendiendo asechanzas a su hijo. Llega acongojado, se da a conocer a algunos, los ataca, se salva él y perecen sus enemigos". Y esto es la esencia; lo demás, episodios.

NUDO Y DESENLACE. DEFINICIONES
Hay en toda trage­dia nudo y desenlace. Ciertas cosas de fuera y algunas de dentro de ella constituyen frecuentemente el nudo; lo restante, el desenlace. Y llamo nudo en la tragedia lo que va desde el principio hasta aquella parte última en que se trueca la suerte hacia buena o hacia malaventura; y des­enlace, la parte que en la tragedia va desde el comienzo de tal inversión hasta el final. Y así en el Linceo de Teo­decto el nudo comprende los sucesos anteriores al rapto el niño, el rapto mismo y además el de ellos mismos...;   [mientras que el desenlace] va desde la acu­sación por asesinato hasta el final.

CUATRO ESPECIES DE TRAGEDIA
Cuatro son las espe­cies de tragedia  [que tal es también el número de sus partes] :

1.      1.       La tragedia intrincada, que se va entera en peri­pecias y reconocimientos.
2.      2.       La [sencilla].
3.      3.       La patética, por ejemplo: las sobre Ayax y los Ixion
4.        4.         La de carácter ético, cual las Ftiotidas y el Pe­leo.

En cuanto a lo monstruoso . . . como las Fórcidas,  Prometeo y demás cosas que pasan en el Hades.

REGLA
Hay que hacer, por una parte, todo lo posi­ble para poseer todas estas cualidades; o, si no, al menos la mayor parte y las más principales de ellas, teniendo en cuenta como se crítica hoy en día a los poetas, porque, habiéndolos habido excelentes en cada parte, se cree y se juzga que un solo poeta ha de superar a cada uno de los buenos en su peculiar excelencia.

NUDO Y DESENLACE. IMPORTANCIA
En cuanto a si una tragedia es la misma o diversa de otra se decidirá con justicia atendiendo a la trama o argumento. Y serán la misma si lo son nudo y desenlace. Empero, muchos poe­tas hay que hacen bien el nudo, pero suéltenle mal. Es preciso, con todo, juntar ambos puntos.

AMPLITUD DE LA TRAMA EN LA TRAGEDIA
Es menester además. como queda muchas veces dicho,  recordar que no debe hacerse de trama de epopeya trama de trage­dia —y llamo trama de epopeya a la trama múltiple—, por ejemplo: si se compusiera una tragedia con la trama entera de la Ilíada. Que en la epopeya, gracias a la exten­sión de la obra, las partes reciben su conveniente desarrollo, mientras que en los dramas caen muchas de tales partes fuera del propósito fundamental. Y sirva de indicio el que cuantos pusieron en poema el saqueo de Troya, entero y no una sola parte —como lo hizo Eurípides—, o lo de Níobe entero —en vez de hacerlo como Esquilo—, o fracasan o no les va bien en los concursos, que aun Agatón fracasó y precisamente por este motivo.

LAS PERIPECIAS
Por el contrario: en las peripecias [y en las acciones simples] los poetas dan admirablemente en el blanco propuesto, que es, en verdad, juntar efecto trágico y emoción humana. Y pasa así siempre  que un sabio, más perverso, sale engañado —caso: el de Sísifo—, y siempre que un valiente, pero injusto, resulta vencido. Lo cual es verosímil, porque, como dice Agatón, contra lo verosímil pueden pasar verosímilmente muchas cosas.

CORO Y SU CONCURSO EN LA ACCIÓN
Además: es pre­ciso considerar al coro como si fuera uno de los actores, parte del todo y colaborador en la acción, y no hacer como Eurípides, sino como Sófocles. En la mayoría de los poetas, con todo, los cantos de una tragedia nada tienen que ver con la trama o con cualquier otra tragedia: y por esto se los llama cantos de  "intermezzo", cosa que con Agatón comienza. Y, sin embargo, ¿qué diferencia hay entre intercalar un íntermezzo y adaptar a un poema un párrafo de otro o un episodio entero?
Quedan, con esto, tratadas las demás partes a excep­ción de dicción y discurso, resto a explicar.

DISCURSO
Lo concerniente al discurso o ideas qué­dese para los libros sobre Retórica, que al método de ésta pertenece aquél con mayor propiedad. Sin embargo, entra en el discurso todo aquello que debe llevarse a vías de hecho por la palabra. Y sus partes son: demostrar y deshacer razones, conmover pasiones —cual las de conmisera­ción, temor, ira y otras semejantes a éstas—, agrandar y empequeñecer.
Hay que tratar, evidentemente, las acciones según estas mismas ideas siempre que hayan de ser en efecto com­pasivas, tremefacientes, grandiosas o verosímiles; la dife­rencia está en que las acciones han de aparecer de por sí mismas, sin instrucciones; mientras que los efectos de la palabra tienen que ser preparados por el orador y prove­nir del discurso mismo. Porque si no, ¿para qué serviría el que habla si su pensamiento apareciera por sí mismo, y no mediante sus palabras?

DICCIÓN O ELOCUCIÓN.
Entre las cuestiones concer­nientes a la dicción: se debe considerar como una de ellas la de figuras de dicción; empero, saberlas de buen saber corresponde al actor y al especialista en semejantes arqui­tecturas — saber, por ejemplo, qué es mandato, qué ruego, explicación, amenaza, pregunta, respuesta y cosas parecidas.

Por el conocimiento o ignorancia de estas cosas no se puede hacer al arte del poeta reproche alguno digno de especial atención. Porque ¿cómo suponer falta alguna en lo que achaca Protágoras a Homero, quien, al decir "canta, Oh diosa, la ira... ",  pensó rogar y lo que hizo fue ordenar, puesto que, según palabras de Protágoras, decir en imperativo que se haga o no algo es una orden? De­jemos, pues, de lado tales consideraciones que son propias de otras artes, no de la poética.

PARTES DE LA ELOCUCIÓN
Estas son las partes de toda dicción: letras o elementos, sílabas, conjunción, articula­ción, nombre, verbo, caso y frase.

LETRA O ELEMENTO DE DICCIÓN
Letra o elemento de dicción es un sonido indivisible, mas no cualquier sonido sino aquel precisamente que, por su naturaleza misma, nació para engendrar un sonido compuesto, porque las bestias emiten también sonidos indivisibles, y, con todo, a ninguno de ellos se llama elemento de dicción o letra.

ESPECIES DE LETRAS
Elemento de dicción comprende: vocal, semivocal y muda. Y es elemento vocal el que suena audiblemente sin dirigir el aire a parte alguna; y ele­mento semivocal el que da sonido audible con alguna es­pecial dirección, como la ese y la erre;  y elemento mudo el que, aun con tal dirección del aire, no da de por sí sonido alguno, mas resulta audible con el acompañamien­to de elementos sonoros — así la Ge y la De.

DIFERENCIAS
Se distinguen entre sí estos elementos sonoros según las figuras que tome la boca, los lugares en que se produzcan, en aspiradas y limpias, largas y breves; además, en agudos, graves e intermedios.  La detenida consideración de tales cosas pertenece, con todo, a la métrica.

LA SÍLABA
Sílaba es sonido sin significado, com­puesto de un elemento sin sonido y de otro que le tenga: y así GR sin A es sílaba, y lo es con A, a saber: GRA. También la consideración de tales diferencias pertenece a la métrica.

CONJUNCIÓN
Conjunción es sonido sin significa­do que no impide ni hace que se forme, mediante muchos sonidos, una expresión significativa [en los extremos y en el medio], que no está bien colocada suelta al comienzo de una frase —por ejemplo: μέν, δή, τοί, δέ—, o bien es sonido sin significación, capaz con todo de formar con otros sonidos significantes una expresión significativa.

ARTICULACIÓN
Articulación  es sonido sin signi­ficado que indica el comienzo o el final de una frase [como  άμφί, πει y semejantes: o bien sonido sin significado, capaz con todo de formar con otros sonidos significantes una expresión significativa], cuya natural colo­cación es en los extremos o en el medio.

NOMBRE
Nombre es sonido compuesto, con sig­nificado y sin tiempo, de cuyas partes ninguna de por sí sola significa algo, porque en los nombres dobles no empleamos la significación peculiar de cada una de sus partes, que así en Teodoro, el "doro" no está significan­do nada.

VERBO
Verbo  es sonido compuesto, con signi­ficado y con tiempo, de cuyas partes ninguna de por sí sola significa algo, lo mismo que en los nombres; porque "hombre" o "blanco" no indica el "cuándo", mas "anda", "anduvo" indican, respectivamente, el tiempo presente y el pasado.

EL CASO
Caso lo es de un nombre o de un verbo, indicando unas veces la relación "de" o "a", o parecidas, y otras los aspectos de singular o plural —como hom­bres u hombre—, o bien la expresión del actor, por ejemplo: pregunta, orden: porque "¿anduvo?" o "¡anda!" son casos de verbo de tales especies.

LA FRASE
Frase  es sonido significativo compues­to, de cuyas partes algunas significan algo de por sí solas —ahora que no toda frase se compone de verbos y nom­bres, como la definición de hombre,  sino pueden darse frases sin verbos, pero siempre una de sus partes al menos debe poseer significado propio—; por ejemplo: en "Cleón anda", Cleón. La unidad de la frase puede ser de dos maneras: o porque significa una sola cosa o porque mu­chas con un vínculo. Y así la Ilíada es una por la unidad de vínculo, mientras que la definición de hombre lo es porque significa una sola cosa.

NOMBRES SIMPLES Y COMPUESTOS. DOS DIVISIONES
Es­pecies de nombres: nombre simple —y llamo simple al que no se compone de partes significativas, por ejemplo γη y nombre doble, al compuesto o bien de una par­te significativa y otra sin significado eso de "significativa" y "sin significado" no se refiere a ellas dentro del nombre, o bien de partes significativas. Y así pudiera haber nombre triple, cuádruple, múlti­ple en partes; por ejemplo la mayor parte de los nombres rimbombantes, 178 cual Hermokaikóxanthos . . . Por otra parte todo nombre es u ordinario o peregrino, o metafó­rico u ornamental o poético o alargado o abreviado o alterado.

NOMBRES ORDINARIOS Y PEREGRINOS
Llamo ordina­rio al que usamos nosotros: peregrino, al que usan otros: evidentemente; pues, un mismo nombre puede ser ordi­nario y peregrino, mas no para los mismos hombres. Y así sίgunoν es nombre ordinario en Chipre, y peregrino entre nosotros.

METÁFORAS
Metáfora es transferencia del nombre de una cosa a otra; del genero a la especie, de la especie al género o según analogía. Del  género a la  especie: pongo por caso, “he aquí que mí nave se paró”,porque el anclar es una especial manera de pararse. De la especie al género:  “miles  y miles de esforzadas acciones llevó a cabo Ulises”,  porque miles de miles mucho, y aquí usase miles de miles en vez de mucho. De especie a  especie: sacándole el ánima con el bronce", y "cortando con el infatigable bronce", aquí se dice sacar por cortar y cortar por sacar; las dos son maneras de quitar.
Digo que habrá analogía cuando se hayan el segundo término con el primero como o de igual manera que el cuarto con el tercero, porque en tal caso se empleará en vez del segundo el cuarto y en vez de cuarto el segundo, y a veces se añade todavía el término al que se refiere el reemplazado por la metáfora. Digo, por ejemplo, que se ha la copa a Baco como el escudo a Marte. Se dirá, pues, que la copa es "el escudo de Baco" y que el escudo es "la copa de Marte". o bien: la vejez se ha a la vida como la tarde al día; se dirá según esto, que la tarde es "la vejez del día" o que la vejez es "la tarde de la vida", como lo dice Empédocles,  o "el ocaso de la vida". Para algunos casos de analogía no hay nombre peculiar; con todo no por eso dejará de poderse decir "como". Por ejemplo: al lanzar el grano se llama sembrar; empero, el lanzar el sol su luz no tiene nombre propio; y, sin embargo, tal ac­ción se ha respecto del sol como o de semejante manera que el sembrar respecto del grano. Y por esto se dice: "sembrando luz de creación divina". Se puede además usar de este mismo tipo de metáforas, mas de otra manera: des­pués de haber designado una cosa con nombre de otra, quitar algo de lo propio de ésta. Por ejemplo: si se llamara al escudo copa — no copa de Marte, sino copa "sin vino".

NOMBRES POÉTICOS, NEOLOGISMOS
Es nombre poético el que, sin haber sido empleado jamás en cierto sentido por otros, le pone tal sentido el poeta; y parece ser el caso de algunos nombres, como llamar a los cuernos "retoños", ερνυγες y al sacerdote "suplicante", άρητήρ.

NOMBRES ALARGADOS Y ABREVIADOS. NOMBRES ALTERA­DOS
Hay nombres  alargados y abreviados; alargados, cuando se los usa con un sonido más largo que el propio o con intercalamiento de una sílaba; abreviados, cuando se les ha quitado algo. Por ejemplo: πόλεως está alargado en πόληος, πηλεδου en πηληιάδεω. Casos de abreviación: κρι , δώ,  όψ en  μία γίνεται άμφοτέρων  οψ .
Un nombre está alterado cuando del nombre usual se conserva una parte y se inventa otra  por ejemplo: δεξιτερόν κατά μαζόν   en vez de  δεξιόν.

GÉNERO DE LOS NOMBRES
En sí mismos los nombres son unos masculinos, otros femeninos, otros interme­dios. Son masculinos todos los que terminan en N,  P (yå) o por letras compuestas de  Σ  que son dos: la Y y la X; femeninos, los que terminan en vocales siempre largas, así los terminados en  Η y Ω o, de los alargables, los terminados en Α. De  manera  que,  en total, sucede ser en número igual los nombres masculinos y los femeninos, porque y y X son lo mismo que la å . Por otra parte ningún nombre termina en muda ni en breve.  En I no terminan sino tres nombres: μέλι, κομμι, πέπερι y en ¡ cinco. Los nombres intermedios terminan en una de estas letras o en N y  å.

CLARIDAD Y ALTEZA DE LA DICCIÓN
La virtud propia de la dicción consiste en que sea clara sin ser baja. Según esto la dicción sería superlativamente clara si se compu­siera de los nombres ordinarios, mas entonces fuera baja. Casos ejemplares son la poesía de Cleofón y la de Esté­nelos.  Mas resultará majestuosa y alejada de lo vulgar si se sirve de nombres extraños al uso. Y llamo extraños al uso los nombres peregrinos, la metáfora, el alarga­miento y todo lo que contra el uso dominante vaya. Mas si se compusiera con todos ellos resultara o enigma o barbarismo; enigma, si se compone la dicción de metáforas; barbarismo, si de palabras peregrinas. Que, en efecto, la esencia del enigma consiste en que se diga lo que una cosa es en sí misma mediante una combinación verbalmente imposible. Combinación imposible de hacer cuando se usan otros nombres; posible, sirviéndose de me­táforas. Por ejemplo: "vi un varón que con fuego apega­ba bronce sobre otro varón",  y otros enigmas por el estilo. El barbarismo proviene de palabras peregrinas. Hay, pues, que mezclar de cierta manera todo esto porque los nombres peregrinos, la metáfora, la palabra ornamental y demás por el estilo hacen que la dicción no sea ni común ni baja, mientras que el nombre de uso dominante la vol­verá clara. Contribuyen en no pequeña parte a la claridad de la dicción, evitando lo común, alargamientos, abreviaciones y alteraciones de los nombres; porque al apartarse así del uso dominante y de lo hecho ya costumbre, hará todo ello que se evite lo común y, por retener parte de lo usual, será la dicción clara. No tienen, pues, razón quienes re­prenden semejante manera de hablar y ridiculizan por ello al poeta: como lo hace, por ejemplo, Euclides el an­tiguo, al decir que es cosa fácil hacer versos si se concede la facultad de alargar las palabras al arbitrio, y al com­poner en tono satírico y lenguaje vulgar aquellos versos: ?Επιχάρην είδον Μαραθ?άδε βαδίζοντα y Ούκ άν ? έράμενος τόν έκείνου έλλέβορσν ×
  
MESURA EN SU EMPLEO
No hay que dejar ver a ple­na luz el uso de tales medios, que fuera ridículo; sea, por el contrario, la mesura norma común a todas estas partes. Porque si se usan inconvenientemente metáforas, palabras peregrinas y demás especies por el estilo será como si de intento se las empleara para hacer reír.
Cuánto se diferencie tal uso del conveniente se echará de ver en los versos épicos, introduciendo en la métrica los nombres corrientes. Sustitúyanse, si no, las palabras peregrinas, metáforas... por los nombres corrientes, y se verá que decimos verdad.
Por ejemplo: Esquilo y Eurípides compusieron el mis­mo verso iámbico, sólo que Eurípides cambió un solo nombre, poniendo en vez del vulgar otro peregrino, y por solo esto parece uno bello y el otro mediocre.
En efecto: Esquilo había dicho en su Filoctetes: Φαγέδαίνα  [δ] ή μου σάρκας εσθίει ποδός (úlcera me come la carne de mi pie): mas Eurípides en vez de εσθίει (come) puso θοιναται (se da un festín con.  Parecidamente si en νυν δέ ύ έών όλίγς τε καί ουτίδανός καί άεικής (pero yo que soy pequeño y nadie e impresentable), se sustituyen las palabras usadas y se dice: νυν δέ μ? έών μίκρός τε καί άσθενικός (pero yo soy insignifi­cante, flojo y sin figura. Y compárese: δίΦρον άεικέλιον καταθείς όλίγην τε τράπεζαν (puso impresentable asiento y pequeña mesa) con δίΦρον μοχθηρόν (puso mal asiento y diminuta mesa. Y pareci­damente: ήϊόνες βοόωσιν, "gritan las olas en la orilla", y ήϊόνες κράζουιν "resuenan las olas en la orilla". Además: Arifrades  ridiculizaba a los trágicos por­que lo que nadie dijera en la conversación, de eso precisamente echaban mano. Por ejemplo: δωμάτων άπο en vez de άπό δωμάτων y σέθεν y έγώ y Аχιλλέως πέρι en vez de περί, Аχιλλέως y expresiones parecidas. Es, con todo, grandemente importante saber usar convenientemen­te de cada una de las cosas dichas: palabras dobles y peregrinas, pero lo es mucho más y sobre todo el saber servirse de las metáforas, que, en verdad, esto sólo no se puede aprender de otro, y es índice de natural bien nacido, porque la buena y bella metáfora es contemplación de semejanzas.

ELOCUCIÓN Y GÉNEROS LITERARIOS
Los nombres dobles convienen sobre todo a los ditirambos, los peregrinos a los versos heroicos, las metáforas a los iámbicos. En los ver­sos heroicos se puede usar de todo lo dicho  mas a los iámbicos, por imitar sobre todo el lenguaje corriente, irán bien de suyo aquellas palabras que se usaran en la conversación, es decir: los nombres ordinarios, metáforas y adornos. Acerca de la tragedia, pues, y de la imitación mediante la acción baste con lo dicho.

UNIDAD DE ACCIÓN EN LA EPOPEYA
En cuanto a la imitación narrativa y en métrica es evidentemente preciso, como en las tragedias, componer las tramas o argumentos dramáticamente y alrededor de una acción unitaria, ínte­gra y completa, con principio, medio y final, para que, siendo a semejanza de un viviente,  un todo, produzca su peculiar deleite. Y no han de asemejarse las composiciones a narraciones históricas, en las que se ha de poner de manifiesto no una acción sino un periodo de tiempo, es decir: todo lo que en tal lapso pasó a uno o a muchos hombres, aunque cada cosa en particular tenga con otra pura relación casual. Porque así como la batalla naval de Salamina y la batalla de los cartagineses en Sicilia acontecieron en la mis­ma época,sin converger las dos a un mismo fin, de parecida manera a lo largo de tiempo a veces acontece una cosa tras otra sin finalidad alguna común a ellas. Y casi todos los poetas hacen esto.

UNIDAD DE ACCIÓN EN HOMERO
Y por esta razón, como ya quedó dicho, Homero puede parecer divino en comparación con los demás poetas, puesto que no se propuso poner en poema la guerra íntegra de Troya, aunque tiene principio y fin; que tal argumento hubiera sido o demasiado extenso y para la mirada difícilmente abar­cable en conjunto o, en caso de darle conveniente medida, complejo en demasía por la variedad de sucesos. Tomo, pues, una sola parte. y trató casi todos los demás suceso¡ como episodios, así el Catálogo de las Naves y otros, y que distribuye a lo largo del poema.

PRÁCTICA DE LOS OTROS POETAS
Los demás poetas, por contraposición, componen sus poemas sobre una sola per­sona o sobre un tiempo o sobre una acción compleja, como el poeta de los Cantos ciprios, o el de la Pequeña Ilíada. por esto, así como de la Ilíada y Odisea sólo puede hacerse, de cada una, una o dos tragedias, se pueden hacer con los Cantos ciprios muchas; y más de ocho con la Pequeña Ilíada, por ejemplo: Juicio de Ar­mas, Filoctetes, Neoptolemo, Eurípilos, Ulises mendigo, las Lacedemonias, Saqueo de Troya, Partida, Sinón y las Troyanas.200

ESPECIES Y PARTES DE LA EPOPEYA
Además: la epo­peya ha de tener las mismas especies que la tragedia; por­que ha de ser o simple o intrincada, o ética o patética. Las partes también han de ser las mismas, a excepción del canto y espectáculo, porque ha de haber peripecias. reconocimientos y padecimientos, además de bellos discursos en bello lenguaje; de todas las cuales cosas se sirve Homero antes que nadie y mejor que ninguno. Porque. en efecto, compuso cada uno de esos dos poemas de tal suerte que fuera la Ilíada poema simple y patético, y la Odisea intrincado que toda ella es reconocimiento  y ético. Añádase a esto el que a todos los poetas excede en lenguaje y en pensamientos.

AMPLITUD Y MÉTRICA DE LA EPOPEYA
Se diferencian, por otra parte, tragedia y epopeya en cuanto a extensión de la trama y por la métrica. En cuanto a la extensión es conveniente límite el dicho:que con una mirada se la pueda abarcar de principio a fin. Y tal sucedería si los argumentos fueran más cortos que en las epopeyas anti­guas y equivalieran al número de tragedias que se dan en una sola audición. La epopeya, sin embargo, posee algo peculiar que le permite aumentar la extensión: porque mientras en la tragedia no es posible imitar de vez muchas partes de la acción, sino tan sólo lo que en el esce­nario esté siendo ejecutado por los actores, en la epopeya, al contrario, por ser narración hay modo de poner en poema muchas partes de vez, que, sí son apropiadas, acrecerán la magnitud del poema, con ventaja para la magnificencia, distracción de los oyentes y variedad en desiguales episodios, que la presta saciedad de lo uniforme hace fracasar las tragedias.  En cuanto a la métrica la experiencia ha demostrado que el exámetro va bien a la epopeya. Porque, en realidad, si para hacer una imitación narrativa se empleara otra métrica o varias, se echaría de ver la incongruencia: por­que el exámetro heroico es, entre todos los metros, el más reposado y amplio, y por esta causa recibe mejor en si nombres peregrinos y metáforas, que por esta misma razón la imitación narrativa supera a las demás imitaciones. Por el contrario: el verso iámbico y el tetrámetro trocaico son movidos, y acomodados el uno a la danza, el otro a la acción. Todavía sería más absurdo mezclar muchos, como lo hizo Xeremón.  Por lo cual tam­bién, nadie compuso jamás largo argumento en otra clase de metro sino en el heroico, que, como habremos dicho,  la misma naturaleza nos enseñó a elegir la métrica con­veniente.

HOMERO Y SU INTERVENCIÓN EN LAS OBRAS
Homero, digno de alabanza en muchas otras cosas, lo es en ésta, puesto que él solo, entre los poetas, sabe lo que él, en per­sona, debe hacer. Que el poeta mismo ha de hablar lo menos posible por cuenta propia, pues así no sería imitador.207 Pues bien: los demás poetas se esfuerzan por ha­cerse ver a sí mismos a través de todo el poema, e imitan poco y pocas veces, mientras que Homero, tras breve proe­mio, introduce inmediatamente o varón o mujer u otro carácter, jamás a nadie sin carácter, todos con él.

LO MARAVILLOSO
Por otra parte, en las tragedias hay que emplear lo admirable, pero en la epopeya, por no ver con vista de ojos a los actores reales, es posible, y aun mucho mejor, servirse de lo inexplicable, pues de lo inexplicable sobre todo suele engendrarse lo admirable.Y así la persecución de Héctor resultara ridícula de tener lugar en el escenario —pues los griegos están parados y no persiguen y Aquiles les hace señas de que se queden así...—;  mas en la epopeya no pasan desapercibidas tales cosas. Ahora bien: lo admirable resulta placentero; y sirva de indicio el que todos, al referir sucesos, añaden algo para hacerse agradables.

AÑAGAZAS SABIAS
Homero, más que nadie, enseñó a los demás poetas a decir como se debe decir lo falso,  a saber: en forma de falacia. Porque creen los hombres que, cuando por ser esto se produce estotro, o por suceder esto sucede estotro, si se da el consecuente tendrá también que darse el antecedente. Y esto es precisamente lo falso. Es menester, pues, añadir que, si el antecedente es falso, habrá de darse otro o habrá antecedido necesariamente otro, en caso de que se dé o suceda tal consecuente.  Pero de saber que el consecuente es verdadero concluye falaz­mente nuestra alma  que también el antecedente lo es. Ejemplo de esto, lo del Baño.

LA VEROSIMILITUD
Es preferible imposibilidad ve­rosímil a posibilidad increíble;  y no se han de compo­ner argumentos o tramas con partes inexplicables o inexpli­cadas; que no tengan, por el contrario, ninguna inexplicable o inexplicada; a no ser que caiga fuera de la trama, como Edipo, que no sabe de qué manera murió Laio, mas no en el drama mismo, como en Electra las noticias de los juegos píticos, y en los Misios el personaje que llega de Tegea en Misia  y no dice palabra. Es ridículo, pues, decir que, de quitarse tales cosas, se destruiría la trama, ya que, por una parte, no se han de componer semejantes tramas: mas, si se las hace, resultará admirable hasta lo inexplicable mismo si se lo presenta razonablemente, porque las cosas inexplicables que en la Odisea pasan al atra­car,  es claro que no se las soportara caso de haber caí­do en manos de un mal poeta; empero, aquí encubre el poeta tales absurdos bajo el deleite de otras cualidades suyas.

DICCIÓN O ELOCUCIÓN
En cuanto a la dicción: es preciso trabajarla cuidadosamente en las partes sin acción, sin caracteres ni pensamientos; aunque también léxico deslumbrante encubre caracteres y pensamientos.

PROBLEMAS DE CRÍTICA
Acerca de los proyectos de tramas y desenlaces, número y cualidad de sus especies llegarán a claridad los que los consideren de la siguiente manera:

PRINCIPIOS
Supuesto que el poeta es imitador lo mismo que el pintor y cualquier otro imaginero, de tres cosas ha de imitar una:

1.      1.       las cosas tal como fueron y son
2.      2.       las cosas tal como parece o se dicen ser
3.      3.       tal como debieran ser. 

Por otra parte, las expresas me­diante dicción en que entran palabras peregrinas, metáforas y otras alteraciones del lenguaje, permitidas a los poetas. Añádase que no se aplica la misma regla a política y a poética, ni a las demás artes y a la poética. Que en poé­tica caben dos clases de faltas: unas propias, otras acciden­tales. Porque si el poeta se propuso correctamente repro­ducir imitativamente algo, y por impotencia no lo imitó correctamente, falta es de técnica poética; pero si su plan no fue correcto —por ejemplo: un caballo adelantando de vez sus dos patas diestras—,  o su falta es relativa una ciencia especial —medicina u otra cualquiera—, o mete en el poema cualquier cosa imposible, tal falta no lo es en propiedad de la poética. Por consiguiente: es preciso resolver, desde estos puntos de vista, los repro­ches provenientes de los proyectos de tramas.

INVEROSIMILITUDES PERMITIDAS; ERRORES, INEXACTITUDES
Y primero los reproches que van contra el arte misma. A impropiedad dentro del poema, falta en el poema. Pero falta excusable, si da en la finalidad del arte —cuál sea ella quedó ya dicho, si por tal medio resulta esa parte u otra más impresionante. Y sirva de modelo la persecu­ción de Héctor.  Con todo, si tal finalidad pudiera con­seguirse mejor o al menos igual siguiendo en tales casos la verdad del arte, no fuera excusable tal falta, que, si es posible, en nada se debe faltar. Es preciso, además de esto, considerar a qué clase pertenece la falta: si al arte mismo o a otra cosa accidental al arte. Que es falta menor el no haber sabido que la cierva no tiene cuernos que el haber­la pintado de manera irreconocible. Además: si se reprocha la falta de verdad, tal vez pudiera responderse como lo hizo Sófocles al decir que él representaba los hombres cual debían ser y Eurípides cuales son y, aparte de estas dos respuestas, cabe la de así se cuenta"— por ejemplo: las historias de los dio­ses; que tal vez fuera mejor no contarlas, y a lo mejor no son verdad, y lo es lo que de ellas dice Jenófanes;  pero "así se cuenta". En otros casos, tal vez, no se dice cómo fuera mejor, sino "así fueron las cosas", — por ejemplo: acerca de las armas, el que "sus lanzas estaban con las conteras en alto",  que así se acostumbraba entonces, como ahora entre los Ilirios.

PRINCIPIO GENERAL
En cuanto a si tal palabra o acción fueron o no bellamente dichas o hechas, hay que considerarlo atendiendo no tan sólo a si es esforzado y bueno o apocado y malo lo dicho o lo hecho, sino quién lo dice o hace, a quién, cuándo, cómo, para qué; si, por ejemplo, para obtener un mayor bien o para evitar un mal mayor.

DIVERSOS TIPOS DE SOLUCIÓN
En cuanto a la dicción, otras son las dificultades a resolver, por ejemplo: en el uso de palabras peregrinas, como ούρηας μέν πρ?τον, que tal vez no se refiera a los mulos sino a los centi­nelas. Y cuando habla de Dolón, ός ρ ή τοι είδος μέν έην κακόν, no se refiere a cuerpo contrahecho, sino a rostro feo, porque los cretenses entienden por "belleza de aspecto" la del rostro. Y parecidamente cuando dice: ζωρότερον δέ κέραιε no se trata de servir el vino "puro", como para bebedores, sino de servirlo "deprisa". Otras cosas se dicen metafóricamente, por ejemplo: "todos, dioses y hombres, durmieron toda la noche", pues, simultáneamente dice el poeta, que "cuando fijaba sus ojos en la planicie de Troya, maravillabase de oír voces de flautas y siringas". Y es que se puso aquí "todos" en vez de "muchos", por metáfora, porque todos es una cierta manera de muchos, Y parecidamente aquello de "sólo ella no se acuesta" ha de entenderse metafóricamen­te, porque lo más distinguido está solo. Cosas hay que se explican por la entonación: así explicaba Hipias de Taso aquello: δίδομεν δέ οί εύχος άρέσθαι  y τό μέν ού καταπύθεται όμβρω ;  otras, por diéresis o pausa, por ejemplo, en Empédocles: αίψα δέ θνήτ έΦύοντο? τά πρίν μάθον  άθάνατ είναι, ζωρά δέ πρίν κήκρητο. “al punto  se hallan naciendo mortales, cosas que a ser inmortales primero aprendieran; y se hallan mezcladas las que antes puras se estaban".  Otras, por amfibolía o ambigüedad: como παρώχηκεν δέ πλέω νυξ,   donde πλέω tiene  doble sentido. Otras se explican por usos del lenguaje; así a toda bebida preparada se llamaba "vino", pudiéndose decir que Ganímedes "escanciaba vino" a Júpiter, aunque los dioses no beban vino;  y se da el nombre de "trabaja­dores en bronce" a los que trabajan en hierro, habiéndose podido decir por esto: "grebas de estaño recién labrado", lo que se pudiera explicar también por metáfora. Cuando una palabra presenta, a primera vista, senti­do contradictorio, hay que considerar cuántas significa­ciones puede tener en tal pasaje; por ejemplo, "aquí se detuvo la broncínea lanza", de cuántas maneras era posible eso de atascarse. Y así se comprenden las cosas mucho mejor que con el procedimiento contrario, propuesto por Glaucón; que algunos, inconsideradamente, pre­juzgan las cosas, y, partiendo de tales consideraciones, razo­nan y reprenden al poeta como si hubiera dicho lo que contraría a sus opiniones. Así pasó respecto de Icario. Se creyó que era lacede­monio; parecía, pues, absurdo que Telémaco, al llegar a Lacedemonia, no se hubiera encontrado con él. Pero las cosas tal vez sean como lo dicen los cefalonios: que entre ellos se casó Ulises y que Icario no se llama así sino Icadio. Pero tal vez la dificultad provenga aquí de un error.

LO IMPOSIBLE
En general: lo imposible ha de con­siderarse o en relación a la poesía, a lo mejor o a la opinión corriente. En relación a la poesía: es de preferir imposible creíble a posible increíble. Tal vez sea imposi­ble el que haya hombres tales como Zeuxis los pintó pero los pintó mejores, que es preciso que el modelo supere lo real.  La opinión común también puede justificar lo irracional: aparte de que no siempre lo irracional lo es en verdad, que es verosímil pasen cosas contra lo verosímil mismo.

CONTRADICCIONES, INVEROSIMILITUDES, FEALDADES INJUSTIFI­CADAS
En cuanto a las contradicciones en términos hay que examinarlas según las Refutaciones de argumentos: si el poeta se refiere a lo mismo, desde el mismo punto de vista y de la misma manera, y habrá que resolverlas considerando qué es lo que expresamente dice, y qué es lo que sensatamente se le puede atribuir. Son correctos los re­proches por absurdo y maldad, cuando no haya necesidad alguna de echar mano al absurdo como en el pasaje de Eurípides en el Egeo—,  o de la maldad — como Menelao en el Orestes.

RESUMEN
Los capítulos de crítica se reducen, pues, a cinco especies: o porque las cosas son imposibles, o por absurdas, o por dañosas o por contrarias entre sí o por ir contra la rectitud artística. En cuanto a los desenlaces, han de ser estudiados según los capítulos ya dichos, que son doce.

PRETENDIDA SUPERIORIDAD DE LA EPOPEYA SOBRE LA TRAGEDIA
Acerca de si la imitación épica es mejor que la trágica, pudiérase tal vez discutir. Si la menos vulgar es la mejor, y la menos vulgar es siempre la que a mejores espectadores se dirija, evidentemente será más vulgar la que se dé a imitar todo, cual si los espectadores no llegaran a entender, si el poeta no añade cosas por cuenta propia y no se agitan de veras los actores, semejantes a los malos flautistas que giran cuando tienen que representar el Disco, y arrastran al corifeo cuando ejecutan Escila. y así, habría que pensar de la tragedia lo que la antigua escuela de actores pensaba de sus sucesores: que Mynisco llamaba a Calípedes mono por sus exageraciones, y lo mismo se decía de Pin­darus.  Se han, pues, éstos a aquellos como el arte trágica entera a la epopeya. Y dícese que ésta se dirige a es­pectadores distinguidos que no necesitan de figuras ges­ticulatorias, mientras que la tragedia es para villanos. Si, pues, la tragedia es vulgar, será, evidentemente, de infe­rior calidad.

SUPERIORIDAD REAL DE LA TRAGEDIA SOBRE LA EPOPEYA
Primeramente: este reproche no va contra el arte poético sino contra el arte del actor, porque hasta un rapsoda, como Sosístrato, y un cantor, cual Mnasiteo de Oponte. 242 pueden excederse en gestos. Añádase que no toda gesticu­lación es de condenar, ni toda danza, sino las de los malos actores: que por esto se reprendía a Calípedes, y se re­prende ahora a otros: el que imitan a mujeres libres. Además: aun sin gesticulación produce la tragedia su peculiar efecto, lo mismo que la epopeya: porque la sim­ple lectura descubre su calidad. Si en otros puntos se aven­taja, pues, la epopeya, en éste al menos no se aventaja necesariamente, por otra parte: la tragedia tiene todo cuanto la epo­peya —porque hasta de su métrica puede servirse—;  y además, lo que no es poco, la música y el espectáculo, origen de los más límpidos placeres; añádase el que tan clara resulta leída como representada. Además: consigue el fin de la imitación con menor extensión. Ahora bien: resulta más agradable lo conden­sado que lo difuso en largo tiempo; pongo por caso: si se pusiera el Edipo de Sófocles en tantos versos como tiene la Ilíada, Además: la imitación épica es inferior en unidad —indicio: de cualquier epopeya se sacan muchas tragedias—, de tal modo que si los poetas épicos ponen un solo argumento resulta la trama tan breve como cola de ratón, o si se ajusta a las convenientes medidas parece­rá aguachinada. Y me refiero al caso de una epopeya compuesta de muchas acciones, que por esto tienen Ilíada y Odisea muchas partes, cada una con su correspondiente extensión; a pesar de lo cual estos poemas están compues­tos con la mayor perfección posible y en lo que cabe son imitaciones de una sola acción.

CONCLUSIÓN

Si, pues, la tragedia es superior en todos estos puntos, y además lo es en cuanto obra de arte —porque tragedia y épica no han de contentarse con pro­ducir un placer cualquiera, sino el dicho—, es claro que será superior la tragedia si consigue su fin mejor que la epopeya. Así, pues, respecto de tragedia y epopeya, en sí mis­mas, en sus especies y partes, cuántas sean y en qué se diferencien, por qué causas, si las hay, resulten buenas y bellas, y acerca de las críticas y sus respuestas, baste con lo dicho.

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