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martes, 13 de abril de 2010

LA NOCHE BOCA ARRIBA-Julio Cortázar- Mi cuento favorito...

LA NOCHE BOCA ARRIBA
Julio Cortázar


Y salían en ciertas épocas a
cazar enemigos;
le llamaban la guerra florida.


A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde, y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla.
En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba.

El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y - porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo.

La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.

Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle central.
Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos.
Quizá algo distraído, pero corriendo sobre la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado.
Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente.
Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles.
Frenó con el pie y la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. 
Fue como dormirse de golpe.
Volvió bruscamente del desmayo.
Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto.
Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla, y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho.
Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades.
Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina.
Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta.
Mientras lo llevaban boca arriba a una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en las piernas. "Usé la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado."

Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole a beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.

La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto.
Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba.

El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla.

Se sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más.

El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. "Natural", dijo él. "Como que me la ligué encima..." Los dos se rieron, y el vigilante le dio la mano al llegar al hospital y le deseó buena suerte.

Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerró los ojos y deseó estar dormido o cloroformado.

Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura.

Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera.

Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi contento.

Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones.

Alguien de blanco, alto y delgado, se le acercó y se puso a mirar la radiografía.

Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra.

El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó una mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.

Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores.

Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie.

Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas.

Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.

Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se rebelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego.

"Huele a guerra", pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando.
Tener miedo no era extraño, en sus sueños abundaba el miedo.
Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas.
Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo.
El sonido no se repitió.
Había sido como una rama quebrada. 
Tal vez un animal que escapaba como él del olor de la guerra.
Se enderezó despacio, venteando.
No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra florida.
Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas.
A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos.
Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado.
En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. 
Entonces sintió una bocanada horrible del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.

- Se va a caer de la cama - dijo el enfermo de al lado. - No brinque tanto, amigazo -.

Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala.

Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última visión de la pesadilla.

El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche.

La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez pero saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta.

Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo y le clavó una gruesa aguja con un tubo que subía hasta un frasco de líquido opalino.

Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa.
Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes; como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor; y quedarse.
Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil.
Un trocito de pan, más precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco.

El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada
caliente y rápida.

Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no le iba a ser difícil dormirse.

Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.

Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto.

"La calzada", pensó. "Me salí de la calzada."

Sus pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los arbustos le azotaran el torso y las piernas.

Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para escuchar.

Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla.

La mano que sin saberlo él aferraba el mango del puñal, subió como el escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el amuleto protector.

Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas.

Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable.

La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches.

Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, abandonando la calzada más allá de la región de las ciénagas, quizás los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en los muchos prisioneros que ya habían hecho, pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado.

La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso.

Todo tenía su número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.

Olió los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano.

Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca.

El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho.

Ya lo rodeaban las luces, los gritos alegres.

Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.

- Es la fiebre - dijo el de la cama de al lado - A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien -.

Al lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector.

Se oía toser, respirar fuerte, a veces un diálogo en voz baja.

Todo era grato y seguro, sin ese acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la pesadilla.

Había tantas cosas en qué entretenerse.

Se puso a mirar el yeso del brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche.

Bebió del gollete, golosamente.

Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas.

Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le dolía apenas, como un recuerdo.

Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto.

Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? 
Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar.
 Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada.

Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas.

El choque, el golpe brutal contra el pavimento.

De todas maneras al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo.

Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro.

Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina.

Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo.

La almohada era tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura del agua mineral.

Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas.

La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.

Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender.

Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta.

Quiso enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos.

Estaba estaqueado en el suelo, en un piso de lajas helado y húmedo.

El frío le ganaba la espalda desnuda, las piernas.

Con el mentón buscó torpemente el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final.

Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales de la fiesta. 
Lo habían traído al teocalli, estaba en las mazmorras del templo a la espera de su turno.

Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes.
 Otro grito, acabando en un quejido. Era él que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir, del final inevitable.

Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio.

Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo.

Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne.

Su brazo derecho, el más fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo intolerable y tuvo que ceder.

Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz.

Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio.

Las luces se reflejaban en los torsos sudados, en el pelo negro lleno de plumas.

Cedieron las sogas y en su lugar lo aferraron manos calientes. duras como bronce; se sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo.

Los portadores de antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza.

Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final.

Boca arriba, a un metro del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha.

Cuando en vez de techo nacieran las estrellas y se alzara frente a él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin.

El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire lleno de estrellas, pero todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero cómo impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de la vida.


Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba.

Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados.

En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales.

Jadeó, buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegadas a sus párpados.

Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada...

Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él.

Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban y se abrían buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala.

Y cada vez que se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de humo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte.

Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar.

Durante un segundo creyó que lo lograría, porque otra vez estaba inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo.

Pero olía la muerte, y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano.

Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas.
En la mentira de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.







FIN

domingo, 28 de febrero de 2010

Vacío-Maria Ferrer

Vacío
Maria Ferrer
Describo formas con mis manos ,mientras un juego de luces
las ilumina creando formas extrañas y curiosas.

Acabo de pintarme las uñas y la imposibilidad
de ejercer alguna actividad con
las manos hace que trabaje otra parte de mí, mi mente.

Mis pensamientos vagan por la inmensidad de mi mente,
saltando de una inestable idea a otra, temiendo
caerse si se quedan demasiado tiempo.

Un fondo de piano, de un gran artista italiano.

Una noche cerrada. Un duro día de trabajo.

Mis pensamientos, en ese contexto, aprovechan para descansar
en una idea que está anclada en mi mente desde hace años.

Más que un pensamiento, es una pregunta:
¿Dónde se han escondido los sentimientos de antaño?

Los encerré en mí hace mucho tiempo.

El problema es que desean salir… y yo he perdido la llave de la caja de Pandora.

Una caja que, de abrirse, liberaría unos sentimientos que solo habían
perjudicado mi vida, creando desdicha, tristeza y pesimismo.

Al mismo tiempo…los sentimientos dan vida, motivación,
y aunque siempre están acompañados de sufrimiento,
todo el mundo desea amar.

Busco por todas partes, un pequeño investigador navega
por mis pensamientos en busca de la llave perdida.

Analizando.
Poco a poco va obteniendo respuestas,
pero las respuestas no abren el arca.

Sabe que mis sentimientos están dentro del cofre, que tiene siempre a
mano, consciente de que existen pero sin poder liberarlos.

Por lo tanto, mi cuerpo sigue siendo un cuerpo sin sentimientos,
lleno de pasiones, deseos y ansias de sentir, pero vacío.

Amo cada segundo.
Amo esta vida.
Valoro cada detalle del paisaje, a pesar de que es el mismo cada día,
ya que siempre parece diferente.

Los colores, las personas y sus historias, tan llenas
de amor, tan llenas de sentimientos.

Unas historias que me transmiten, al menos,
esos sentimientos que tantos años hace ya que no siento,
y que tanto echo de menos.

Sigue buscando, pequeño investigador,
mi deseo es grande, y el arca está
llena de tesoros ocultos.

Sé que están ahí… hace tiempo los poseía.

Sigue buscando, pequeño investigador,
ya que cuando consigamos encontrar la llave
la clave del ser humano volverá a mí y, otra vez, estaré completa.

Si has leído esto... sé fiel a tus sentimientos y cuídalos.
Como dice el refrán, no sabes los que tienes hasta que lo pierdes.

viernes, 12 de febrero de 2010

B.B. King- BLUES,BLUES,BLUES...

B.B. King
BLUES,BLUES,BLUES 



B.B. King es considerado uno de los grandes guitarristas del siglo XX.
Su estilo de interpretación que hace que las cuerdas toquen los sentimientos, ha inspirado a músicos como Eric Clapton, Jimi Hendrix y David Gilmour.

La leyenda de nombre Riley B. King, B.B. King, nació en el seno de una familia pobre en el Delta del Mississippi el 16 de septiembre de 1925 cerca de un pueblo llamado Itta Bena. Hijo de dos trabajadores de la tierra, Albert y Nora King, fue bautizado Riley por el hermano de su padre. El "BB" (bibi) viene de la forma en que su padre llamaba a su hermano menor (Baby Brother).

Cuando Riley tenía cuatro años su madre dejó a su padre por otro hombre y se fue a vivir a las colinas del Delta, dejando al niño al cuidado de su abuela materna, Elnora Farr. El lazo con su padre se perdió y tuvo que convivir ocasionalmente con su madre y dos padrastros, amén de la única relación estable que representaba convivir con su abuela que trabajaba en una plantación.

Tanto su madre como su abuela eran personas muy religiosas por lo que asistía regularmente a los servicios religiosos de su comunidad. Fue en la iglesia de la Santidad en Klimicheal, donde King tuvo sus primeras influencias musicales. El pastor acostumbraba a usar la música para unificar a su congregación y el sonido de su guitarra fascinó al joven King quien aprendió del pastor a tocar las cuerdas de ese instrumento.

En 1935, con solo 9 años, ve morir a su madre y se muda definitivamente con su abuela materna. Ante la noticia, su padre se ofreció a cuidarlo, pero Riley se negó a viajar porque estaba entusiasmado con el coro de gospel del que formaba parte.

5 años más tarde tuvo que mudarse con su padre. En enero de 1940 fallecía su abuela y aunque nadie se pudo hacer cargo de él, se las agenció para sembrar en tierras prestadas. Sin embargo, la aventura no prosperó y tuvo que dejar la casa de su abuela y marcharse a Lexington donde vivía su padre, en doden radicó por dos años, antes de que las ganas por volver a Klimicheal lo obligaran a dejar todo y volver "a casa".

Una vez en Klimicheal, consiguió trabajo en la casa de una familia blanca que incluso le prestó US$2,50 para comprar su primera guitarra. A inicios de 1943 decidió mudarse al Delta del Mississippi para conseguir un mejor trabajo. Se mudó a Indianola en donde consiguió trabajo rápidamente en la plantación de Johnson Barret como recolector y tractorista, recibía US$1,00. Su vida había cambiado: tenía un buen trabajo, logró formar un buen grupo y tenía novia.

El grupo estaba formado por cinco voces masculinas, una era la de su primo Birkett con quien había cantado en el coro de la iglesia. El grupo se llamó "The Famous St. John's Gospel Singers" y King les acompañaba con la guitarra mientras cantaban en las iglesias cercanas. Incluso llegaron a cantar en la radio WGRN de Greenwood. Mississippi. Al mismo tiempo, Riley interpretaba el blues en las calles de Indianola las noches de los sábados. Rápidamente, empezó a usar el dinero que obtenía en la granja para pagarse el transporte entre pueblos para poder actuar en distintos locales y recoger hasta el triple de lo que ganaba en la granja. Empezó a ganar tanta plata y a ser tan conocido que gradualmente el blues lo fue alejando del gospel.

En 1944 resultó elegido en la conscripción militar y fue encontrado físicamente apto para el trabajo. Sin embargo, su patrón, Johnson Barret, no estaba dispuesto a perder a uno de sus mejores trabajadores por lo que apeló en nombre de King la conscripción. Además lo convenció de casarse para que fuera más difícil que lo llamaran a prestar servicio. Fue entonces que se casó con Martha Denton y pocos días después recibió la noticia de que se la daba la baja.

En ese momento decidió convencer a sus compañeros del coro de que se fueran a buscar fama y fortuna fuera del pueblo. Sin embargo, pronto tuvo claro que si había futuro en la música, sería solo para él porque sus compañeros no tenían la pasión que el sentía.

La decisión de marcharse llegó en tractor una tibia noche de mayo en 1946. Venía del campo con el tractor y llegando a la casa el aparato se descompuso y se rompió el escape. Previendo la enfurecida reacción del jefe, esa noche partió rumbo a Memphis con su guitarra y US$2,50 en el bolsillo.

En esa ciudad buscó a su primo Bukka White a quien había visto por última vez de chico cuando el músico de blues visitaba a su familia. Durante los próximos diez meses, su primo lo educó en el arte del blues en sesiones de improvisación privadas. Allí, King aprendió desde sostener la guitarra hasta cómo hacer frases. Así, empezó a ganarse la vida como músico, tocando con otros bluseros de la zona.

Sin embargo, a inicios de 1947 decidió volver a casa. Había dejado a su esposa y la extrañaba. Además, tenía asuntos pendientes que solucionar. Una vez en Indianola logró alquilarle unas tierras a Barret y cultivarlas. Entre el cultivo, el manejo del tractor y la música logró juntar suficiente dinero para pagar todas sus deudas y marcharse a Memphis con la firme decisión de hacerse un lugar en el mundo de la música.

En Memphis fue a buscar a un disk jockey que conoció en Indianola: Sonny Boy. Lo convenció de que le dejara interpretar una canción en su programa. Sonny aceptó y lo presentó a la audiencia como un nuevo talento... la radio recibió tantas llamadas que Sonny inmediatamente organizó un evento en Salón de Miss Annie. El salón estaba lleno a reventar porque Sonny lo había sobrevendido, y frente a esa audiencia sofocada se tuvo que presentar BB King.

El evento fue tan exitoso que la dueña del lugar le dijo a Riley que siguiera viniendo a tocar, pero bajo la condición de que se promoviera en la radio. En ese momento la radio más importante para la comunidad negra era la WDIA. Allí fue Riley King a pedir que se le diera un espacio. Uno de los dueños de la estación, Bert Ferguson, le propuso que podía tocar durante diez minutos lo que quisiera siempre y cuando mencionara a un tónico que acababa de entrar como patrocinador. La frase de King para la marca fue: "Pepticon, Pepticon, seguro que es bueno, Puede conseguirlo en su barrio."

La frase se hizo tan popular que King fue conocido como el "Chico Pepticon". tal fue el éxito que alcanzó que lo promovieron a programador. Su programa se llamó "Sepia Swing Club" y en él tocaba música de artistas negros y complacía con interpretaciones que pedía la audiencia. Ahora que era famoso, necesitaba un nombre pegajoso y fue cuando se acordó del BB King de su tío, solo que cambió el significado de las siglas y se puso "Blues Boy King" que luego se acortó a B.B. King.

Ahora, siendo conocido, podía empezar a grabar y en 1949 grabó su primer disco para Bullet Recording and Transcription Company. El disco llamó la atención de una disquera más grande llamada Modern y en 1949 B.B. firmó un contrato que duró 10 años. En seis meses la disquera lanzó seis sencillos, que si bien es cierto no fueron un éxito nacional, en Memphis fueron todo un suceso y eso ayudó a que pudiera construir un circuito de presentaciones que siempre estaban llenas.

A finales de 1949 se estaba presentando en un pequeño club de Arkansas cuando se inició un incendio. Cuando reaccionó su guitarra estaba adentro y tuvo que entrar a rescatarla valientemente. Con el tiempo se enteró que el fuego empezó cuando una lámpara de canfín fue tirada al piso porque dos hombres peleaban por una mujer llamada Lucile. Desde ese entonces, su guitarra se llama Lucile.

La fama de King estaba creciendo como la espuma pero Memphis se estaba quedando pequeño. Por eso contrató a un comerciante local, Robert henry, como su manejador.

Terminaba 1951 y el sétimo sencillo de King, "Three O'Clock Blues", una tonada de Lowell Fulson, entraba a las listas del Rithm and Blues de Bill board. En enero ya era número uno en esa lista y ocupó esa posición por 15 semanas. Ese éxito le permitió a Robert Henry negociar un contrato con Universal Artists de Nueva York que le garantizó presentaciones en Washington, Baltimore y en el teatro Apollo de Harlem. Pidió permiso en la emisora de radio y se marchó a Washington a tocar.

El éxito enrumbaba su vida, pero también afectaba su matrimonio. Aunque no tenían hijos, hubo momentos en que su esposa Martha no le podía acompañar y dado el acoso de jóvenes admiradoras, la separación cayó como algo natural. Estando de gira se enteró que su esposa se había ido de Memphis y había pedido el divorcio. Aunque devastado por la noticia, encontró la inspiración para escribir su segundo gran éxito "Woke Up This Morning".

Su éxito le quedó grande también al manejador, con quien terminó su relación y firmó a Maurice Merrit, además de contratar a Don Robey como la persona que le conseguiría sus presentaciones por medio de la empresa "Buffalo Booking".

En 1955 Cato Walker, un amigo de King, compró un autobús viejo por US$5 000,00. Invirtió otros US$3 000,00 reparándolo y acondicionándolo. El vehículo fue conocido como el "Gran Rojo" y sirvió como medio de transporte para su banda de 13 personas y 5 asistentes. Los servicios del bus terminaron en 1958 cuando, luego de un accidente en el que fallecieron el conductor del bus y el de un camión, se alzó en llamas cerca de Dallas.

El accidente lo dejó lleno de deudas porque el seguro se venció el viernes, el accidente ocurrió un sábado y él pensaba renovar la póliza el lunes. Además, tuvo que endeudarse aún más con un nuevo carro de US$27 mil. Sin embargo "Titán", como se llamaba el nuevo bus, marcó la carrera del artista en ciernes. En él viajaban muchos de sus seguidores, entre ellos su futura esposa Sue Hall. El matrimonio duró 8 años y terminó igual que el anterior... con un gran éxito musical, de hecho el más importante de su carrera: "The Thrill is Gone" de 1966.

La aparición del rock and roll hizo que muchos músicos negros como Little Richard, Fats Domino, James Brown y Chuck Berry se convirtieran en estrellas, ablandando de alguna manera las barreras raciales. Sin embargo, en el caso del blues por ser música meramente racial las cosas eran más difíciles. Por eso, ni su paso al sello grabador ABC ayudó para que fuera tomado en cuenta por la mayoría de la audiencia adolescente. ABC nunca entendió la música de B.B.King y no hizo mayor esfuerzo por colocarlo frente a la audiencia blanca.

Por ahí de 1965 las barreras raciales en la música empezaron a desaparecer. En el festival de Folk de Newport, un evento meramente de blancos, aparecieron en escena dos formaciones negras. La connotación era importante porque la idea de folklore no se limitaba ya a lo blanco sino que integraba a los ritmos negros, aunque siempre se sentía la división por la raza, surgía una idea de integración cultural.

En ese evento se presentaron los "Butterfield Blues Band", una formación de músicos blancos que llamó la atención del público y del sello grabador Elektra. Cuando se les preguntó de dónde habían sacado ese estilo de tocar la guitarra los integrantes respondieron que copiaban las formas de B.B.King. Eso llevó a los medios y a la gente a buscar el origen de esa música tan sensual.

Justo en ese momento sale a la venta "The Thrill is Gone", eso le abrió la puerta de nuevos locales musicales que se dedicaban al jazz y al rock and roll. Además, llovían las ofertas de las universidades que estaban en medio de un proceso de apertura racial y de hoteles de lujo.

Aunque tenía años en la escena musical, recién en 1969 tuvo su primera aparición en televisión cuando Johnny Carson lo invitó al "Tonight Show" y dos años después, en 1971, apareció en el programa de Ed Sullivan que era el termómetro para decir qué estaba de onda y qué no.

Su nuevo manejador era su antiguo contador, Sidney A. Seidenberg. Él aprovechó el pico de popularidad de King y lo colocó en lugares antes impensables para el músico, además de renegociar todos sus contratos en términos más favorables. En 1973 terminó su relación con Seidenberg porque sintió que prefería a Gladys Night y los Pips a quienes también manejaba. Por un período de cuatro años King fue su propio administrador, pero no tardó en darse cuenta que no podía encargarse de todo y en 1977 volvió con Seidenberg quien a su vez había perdido el contrato con Gladys Night. La asociación dura hasta hoy.

Tanto King como Seidenberg entendieron que el blues es distinto grabado a en vivo y eso implica que el atractivo de King son las presentaciones frente a audiencias numerosas. Es por eso, que durante los 70 y 80 se dedicó más a presentarse que a grabar, al punto que actuaba unas 300 ocasiones al año.

En ese período actuó en la Unión Soviética, América Latina, Australia, Europa, África y Japón. A finales de los 80 los U2 le pidieron a King que grabara una canción con ellos para el disco "Rattle and Hum", "When Love Comes to Town" lo presentó a una audiencia más joven que se enteró que él existía y que su música era invaluable.

Durante más de sesenta años ha recibido cerca de 20 Grammys, reconocido en el Salón de la Fama del Rock and Roll, ha recibido la Medalla Presidencial de las Artes de Estados Unidos y ha sindo Honrado por el Kennedy Center.

A inicios de los 90 abrió su propio club en Memphis y en el 2000 abrió un bar en Nueva York.

 B.B. King sigue siendo el punto de referencia para el blues y el arte de la improvisación en la guitarra. Muchos músicos negros han llevado al blues a lugares y formas nunca vistas, pero sólo B.B. King pudo arrancarle a las cuerdas de la guitarra sentimientos en forma de sonido que nunca antes habían sido escuchados.


Discografía

* Crown 5020Crown
* 5063Crown 5115
* Crown 5119
* Crown 5143
* Crown 5167
* My Kind of Blues
* Crown 5230
* Crown 5286
* Crown 5309
* Crown 5359
* Kent 5012
* Kent 5013
* The Jungle
* From the Beginning
* The Incredible Soul of B.B. King
* Turn on to B.B. King
B.B. King Better Than Ever
* Anthology of the Blues B.B. King 1949-1950
* Mr. Blues
* Live at the Regal
* Confessin' the Blues
* Blues Is King
* Blues on Top of Blues
* Lucille
* His Best - The Electric B.B. King
* Live and Well
* Completely Well
* Indianola Mississippi Seeds
* B.B. King Live in
* Cook County Jail
* B.B. King in London
* L. A. Midnight
* Guess Who
* To Know You Is to Love You
* Back in the Alley - The Classic Blues of B.B. King
* The Best of B.B. King
* Lucille Talks Back
* Blues on Top of Blues
* Together For the First Time
* Bobby Bland and B.B. King
* King Size
* Midnight Believer
* Take It Home
* Live! B.B. King on Stage
* B.B. King Now
* Appearing at Ole Miss
* There Must Be a Better World
* Somewhere
* Love Me Tender
* Great Moments With B.B. King
* Six Silver Strings
* Spotlight on Lucille
* King of the Blues
* Live at "Newport in New York"
* Lucille Talks Back
* The Fabulous B.B. King
* There Is Always One
* Everyday I Have the Blues
* Live at the Apollo
* Why I Sing the Blues
* My Sweet Little Angel
* Heart and Soul
* The Best of Volume 1
* Do the Boogie! Early
* 50's Classics
* King of the Blues
* Blues Summit
* I Like To Live The Love
* Heart To Heart
* How Blue Can You Get?
* Live At The Regal
* Deuces Wild
* Greatest Hits
* Blues On The Bayou
* Millennium Collection - 20th Century Masters
* Live In Japan
* Let The Good Times Roll
* Makin' Love Is Good For You
* Anthology
* Live At San Quentin
* Here & There - The Uncollected B.B. King
* Reflections
A Christmas Celebration Of Hope
* Martin Scorsese Presents The Blues: B.B. King
* Christmas Collection - 20th Century Masters



The Thrill is Gone

The thrill is gone
The thrill is gone away
The thrill is gone baby
The thrill is gone away
You know you done me wrong baby
And you'll be sorry someday

The thrill is gone
It's gone away from me
The thrill is gone baby
The thrill is gone away from me
Although I'll still live on
But so lonely I'll be

The thrill is gone
It's gone away for good
Oh, the thrill is gone baby
Baby its gone away for good
Someday I know I'll be over it all baby
Just like I know a man should

You know I'm free, free now baby
I'm free from your spell
I'm free, free now
I'm free from your spell
And now that it's over
All I can do is wish you well

 

Vinicius de Moraes- Biografía , semblanza y Videos







Marcus Vinícius Da Cruz De Melo Moraes

  • Nace: 19 de octubre de 1913.
  • Lugar:Gavea,Brasil
  • Efemérides: 19 de octubre
  • Muere: 18 de julio de 1980
  • Lugar:Gavea,Brasil
  • Efemérides: 18 de julio

Biografía
Vinicius de Moraes, cuyo nombre completo es Marcus Vinícius Da Cruz De Melo Moraes, nació en Gavea el 19 de octubre de 1913. 
Su padre Clodoaldo Pereira da Silva Moraes, recitaba versos y su madre Lidia, tocaba el violín en las reuniones familiares. 
Vinicius estudiaba en el Colegio Santo Ignacio cuando hizo sus primeras composiciones. Estando en la Facultad de Derecho de Río de Janeiro publicó su primer libro "O Caminho para a Distancia" (1933), todavía inmerso en la metafísica. 
Después de licenciarse, ejerció la abogacía, aunque manteniendo siempre un especial interés en el cine. Posteriormente viajó a Europa y estudió literatura inglesa en Oxford.
Su poesía permite reconocer dos etapas en su sensibilidad lírica: la primera de total adhesión al cristianismo, con una concepción espiritualista religiosa y mística; la segunda, de constante aproximación al mundo material, en la que reniega del idealismo anterior. 

Él mismo dijo que había evolucionado "en el sentido de la liberación de los prejuicios y los hastíos propios de su clase social y del ambiente en que había vivido"
 
En 1950 fue nombrado vicecónsul en Los Ángeles, donde tiene la oportunidad de acercarse a la poesía anglosajona, al jazz, de fundar, junto con Tom Jobim y João Gilberto, la bossa nova, así como afianzar su amistad con Orson Welles . 
También fue cónsul de su país en París y Montevideo.
En 1956 escribe Orfeu da Conceição, obra de teatro sobre la comunidad negra que, llevada al cine por Marcel Camus con el título de Orfeu negro, gana la Palma de Oro en Cannes (1958) y el Óscar (1959) a la mejor película extranjera.
A su primer libro "O Caminho para a Distancia" le siguieron otros: Forma y Exegese, Ariana, a Mulher, Nuevos poemas y Cinco elegías

Con la publicación en 1946 de Poemas, Sonetos y Baladas y Patria minha puso de manifiesto su nueva orientación, más realista; dentro de ella continuó con Nuevos Poemas II, que contiene algunas de sus mejores poesías y el libro en prosa y verso Para vivir un grande Amor de 1962.
 
La vida múltiple y contradictoria de Vinicius le permite a la vez pertenecer al partido comunista, ser amigo de Jorge Amado (su padrino de matrimonio), Manuel Bandeira, Carlos Drummond de Andrade y Pablo Neruda,gustar por igual del fútbol y la cocina,casarse nueve veces, ser capaz a los cincuenta y cinco años de irse a una comunidad hippy en Bahía. 

Su anarquía creadora lo lleva a aplaudir en 1968 su expulsión del ministerio de Relaciones Exteriores.
Ha sido más conocido como uno de los principales promotores de la Música Popular Brasileña, autor de letras de samba y pionero de la bossa nova. 
De poeta intimista a showman, de funcionario diplomático a artista bohemio. Obtuvo éxitos resonantes con sus canciones, como A garota de Ipanema y A felicidade, en colaboración casi siempre con grandes figuras de este género: María Creuza, Marilis Medalha, Chico Buarque y Toquinho, entre otras.
 Fue uno de los principales artífices de la aparición, y especialmente la internacionalización, de la bossa nova, y grabó más de treinta discos de larga duración.
Fallece en su ciudad natal el 18 de julio de 1980, a la edad de 67 años.

Vinícius de Moraes Selección de poesía-Traducción por Carmen Gloria Rodríguez y Vania Torres

Vinícius de Moraes 
Selección de poesía 
Traducción: Carmen Gloria Rodríguez y Vania Torres

La ausente

Amiga, infinitamente amiga
En algún lugar tu corazón late por mí
En algún lugar tus ojos se cierran al recordar los míos
En algún lugar tus manos se crispan, tus senos
Se hinchan de leche, desfalleces y caminas
Como ciega a mi encuentro...
Amiga, última locura
La tranquilidad suavizó mi piel
Y mis cabellos. Sólo mi vientre
Te espera, lleno de raíces y de asombros
Ven amiga.
Mi desnudez es absoluta
Mis ojos son espejos para tu deseo
Y mi pecho es tabla de suplicios
Ven. Mis músculos son dulces para tus dientes
Y áspera mi barba. Ven a sumergirte en mí
Como en el mar, a nadar en mí como en el mar
Ven, ahógate en mí, amiga mía
En mí como en el mar...

Soneto de la desesperación

De repente la risa se hizo llanto,
silencioso y blanco como la bruma;
de las bocas unidas se hizo espuma,
y de las manos dadas se hizo espanto.

De repente la calma se hizo viento
que de los ojos apagó la última llama,
y de la pasión se hizo el presentimiento
y del momento inmóvil se hiso el drama.

De repente, no más que de repente,
se volvió triste lo que fuera amante,
y solitario lo que fuera contento.

El amigo próximo se hizo distante,
la vida se volvió una aventura errante.
De repente, no más que de repente

Suspensión

Fuera de mí, en el espacio, errante,
la música doliente de un vals;
en mí, profundamente en mi ser,
la música doliente de tu cuerpo;
y en todo, viviendo el instante de todas las cosas,
la música de la noche iluminada.
El ritmo de tu cuerpo en mi cuerpo...
El giro suave del vals lejano, indeciso...
Mis ojos bebiendo tus ojos, tu rostro.
Y el deseo de llorar que viene de todas las cosas.





La brusca poesía de la mujer amada

Lejos de los pescadores los ríos interminables
  van muriendo de sed lentamente...
Fueron vistos caminando de noche hacia el amor
  -¡oh, la mujer amada es como una fuente!
La mujer amada es como el pensamiento del filósofo
  que sufre
La mujer amada es como el lago que duerme en el cerro
  perdido.
¿Pero quién es esa misteriosa que es como un cirio
  crepitando en el pecho,
Esa que tiene ojos, labios y dedos de formas inexistentes?
Por el trigo naciente en los campos de sol la tierra
  amorosa elevó el rostro pálido de los lirios
Y los labradores se fueron convirtiendo en príncipes
  de manos delicadas y rostros cambiantes...
Oh, la mujer amada es como la ola solitaria que se forma
  distante de las playas,
Posada mucho más allá del fondo estará la estrella.


Canción del demasiado amor

Quiero llorar porque te amé demasiado,
quiero morir porque me diste la vida,
ay, amor mío, ¿será que nunca he de tener paz?
Será que todo lo que hay en mí
sólo quiere decir saudade...
Y ya ni sé lo que va a ser de mí,
todo me dice que amar será mi fin...
Qué desespero trae el amor,
yo que no sabía lo que era el amor,
ahora lo sé porque no soy feliz.

martes, 2 de febrero de 2010

Alguien-Jorge Luis Borges


Alguien
(Jorge Luis Borges)

Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.

Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.

Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.

domingo, 31 de enero de 2010

Tan solamente -Paz Molina

Tan solamente 
(Paz Molina)

Yo rivalizo conmigo:
No estoy a la altura de mi condición.
Me topo con sorpresa contra mi propio yo.
Me sucede que no canto como quisiera.

Balbuceo y escucho una lejanía.
Tímidamente me alzo en lluvia.
Escojo, por no dejar, un nombre para darme.
Y no me siento interpretada.

Tan torpe como soy. 
Tan solamente.
Tan única y tan ella y tan dolida.
Y la gran carcajada que me gasto.
Y las ganas de ser y de quebrarme.

Rivalizo conmigo y esta pugna
vagamente grosera me invalida
las mejores gestiones amatorias.
Y mi propio amor, mi boca para el beso
mi discutible condición angélica
se me van convirtiendo en impostura.

viernes, 22 de enero de 2010

Adiós-Gabriela Mistral

Adiós 
Gabriela Mistral 
En costa lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y el
alucinación.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echó,
morderás la duna
con paso de dos...
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!

Amor de tarde-Mario Benedetti

Amor de tarde 
Mario Benedetti


Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

jueves, 21 de enero de 2010

Es que somos muy pobres- Juan Rulfo


Es que somos muy pobres
Juan Rulfo















Aquí todo va de mal en peor.
La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. 
A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. 
Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejaván, viendo cómo el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.
Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río
El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. 
Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño.
Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar. 
Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. 
Se olía, como se huele una quemazón, el olor a podrido del agua revuelta.
A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. 
Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora
El chapaleo del agua se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún lugar donde no les llegara la corriente.
Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. 
Era el único que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el río en muchos años.
Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. 
Allí nos estuvimos horas y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. 
Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. 
Por eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. 
Allí fue donde supimos que el río se había llevado a la vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi papá se la regaló para el día de su cumpleaños y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.
No acabo de saber por qué se le ocurriría a pasar el río este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía de a diario,nunca fue tan atarantada. 
Lo más seguro es que ha de haber venido dormida para dejarse matar así nomás por nomás. 
A mí muchas veces me tocó despertarla cuando le abría la puerta del corral porque si no, de su cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados, bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.
Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. 
Tal vez entonces se asustó y trató de regresar; pero al volverse se encontró entreverada y acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo que le ayudaran. 
Bramó como sólo Dios sabe cómo.
Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había visto también al becerrito que andaba con ella. 
Pero el hombre dijo que no sabía si lo había visto. Sólo dijo que la vaca manchada pasó patas arriba muy cerquita de donde él , estaba y que allí dio una voltereta y luego no volvió a ver ni los cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca. 
Por el río rodaban muchos troncos de árboles con todo y raíces y él estaba muy ocupado en sacar leña, de modo que no podía fijarse si eran animales o troncos los que arrastraba.
Nomás por eso, no sabemos si el becerro está vivo, o si se fue detrás de su madre río abajo. 
Si así fue, que Dios los ampare a los dos.
La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha se quedó sin nada. 
Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes.
Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas. 
Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. 
Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.
Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no sé para dónde; pero andan de pirujas.
Por eso le entra la mortificación a mi papá, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con qué entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre. 
Y eso ahora va a estar difícil. 
Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quien se hiciera el ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita.
La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. 
Ojalá no se le haya ocurrido pasar el río detrás de su madre. 
Porque si así fue, mi hermana Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y mamá no quiere.
Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy obedientes y no le cometían irreverencias a nadie. 
Todos fueron por el estilo. 
Quién sabe de dónde les vendría a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. 
Le da vueltas a todos sus recuerdos y no ve claro dónde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: "Que Dios las ampare a las dos."
Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención.
-Sí -dice-, le llenará los ojos a cualquiera dondequiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo que acabará mal.
Ésa es la mortificación de mi papá.
Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella.
Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más ganas. De su boca sale un ruido semejante al que se arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la creciente sigue subiendo. 
El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición.


F I N







JUAN RULFO

  • Nace 16 de mayo de 1917 
  •                    Lugar: Sayula, Estado de Jalisco,México
  • Efemérides: 16 de mayo
  • Muere:   7 de enero de 1986
  • Lugar: Ciudad de  México 
  • Efemérides: 7 de enero

Biografía

Juan Rulfo, cuyo verdadero nombre era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno, nació el 16 de mayo de 1917 en la ciudad de Sayula, Estado de Jalisco.
Al comenzar sus estudios primarios murió su padre, y sin haber dejado la niñez, perdió también a su madre, y estuvo en un orfanato de Guadalajara bajo la custodia de su abuela.
En 1934 se radica en México, y comienza a escribir sus trabajos literarios y a colaborar en la revista "América".
En 1953 publicó "El llano en llamas" (al que pertenece el cuento "Nos han dado la tierra") y en 1955 apareció "Pedro Páramo". De esta última obra dijo Jorge Luis Borges: "Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de toda la literatura", y que fuera traducido a varios idiomas: alemán, sueco, inglés, francés, italiano, polaco, noruego, finlandés.
Juan Rulfo fue uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, que pertenecieron al movimiento literario denominado "realismo mágico", y en sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios americanos, y sus personajes representan y reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo fantástico.
Muchos de sus textos han sido base de producciones cinematográficas.
A partir de 1946 se dedicó también a la labor fotográfica, en la que realizó notables composiciones.
En 1947 se casó con Clara Aparicio, con la que tuvo cuatro hijos.
Fue un incansable viajero y participó de varios Congresos y encuentros internacionales, y obtuvo Premios como el Premio Nacional de Literatura en México en 1970 y el Premio Príncipe de Asturias en España en 1983. 
Juan Rulfo comienza a trabajar para el Instituto Nacional Indigenista.
En 1964, se estrena la película "El gallo de oro", dirigida por Roberto Gavaldón, sobre una historia escrita por Rulfo.
Se filma "La fórmula secreta", dirigida por Rubén Gámez con un texto de Juan Rulfo.
Se realiza un acto en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes; se inaugura una exposición con su obra fotográfica y se presenta el libro-catálogo de la misma: Homenaje Nacional.
Se publica "El gallo de oro".
En 1981 se publica el libro de fotografías "Inframundo", con una selección muy parecida a la del libro-catálogo anterior.
En 1983 recibe el Premio Príncipe de Asturias.
En 1986 fallece en su casa de la ciudad de México el 7 de enero.
Su obra literaria muestra la vida del México rural con su atraso, sus miserias con una mezcla de mitos, obsesiones y fantasmas del caciquismo mexicano.
Es uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, que pertenecieron al movimiento literario denominado "realismo mágico", y en sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios y personajes que reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo fantástico.
Pero lo que, en última instancia, le preocupa a Rulfo es la exploración de algo intrínsecamente mexicano; pero también cabe sugerir que en su obra lo mexicano funciona como una metáfora de la condición del hombre en general.
Juan Rulfo dejó también un legado fotográfico de aproximadamente seis mil negativos, este material se encuentra en proceso de clasificación, por ello algunas fotografías no cuentan aún con una identificación definitiva.