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martes, 5 de enero de 2010

EL RUISEÑOR Y LA ROSA-Oscar Wilde

EL RUISEÑOR Y LA ROSA 

(Oscar Wilde )

—Ella me prometió que bailaría conmigo si le llevaba rosas rojas —murmuró el Estudiante—; pero en todo el jardín no queda ni una sola rosa roja.
El Ruiseñor le estaba escuchando desde su nido en la encina, y lo miraba a través de las hojas; al oír esto último, se sintió asombrado.
—¡Ni una sola rosa roja en todo el jardín! —repitió el Estudiante con sus ojos llenos de lágrimas—. ¡Ay, es que la felicidad depende hasta de cosas tan pequeñas! Ya he estudiado todo lo que los sabios han escrito, conozco los secretos de la filosofía y sin embargo, soy desdichado por no tener una rosa roja.
—Por fin tenemos aquí a un enamorado auténtico —se dijo el ruiseñor—. He estado cantándole noche tras noche, aunque no lo conozco; y noche tras noche le he contado su historia a las estrellas; y por fin lo veo ahora. Su cabello es oscuro como la flor del jacinto, y sus labios son tan rojos como la rosa que desea; pero la pasión ha hecho palidecer su rostro hasta dejarlo del color del marfil, y la tristeza ya le puso su marca en la frente.
—El Príncipe da el baile mañana por la noche —seguía quejándose el Estudiante—, y allí estará mi amada. Si le llevo una rosa roja bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja la estrecharé entre mis brazos, y ella apoyará su cabeza sobre mi hombro, y apoyará su mano en la mía. Pero como no hay ni una sola rosa roja en mi jardín, tendré que sentarme solo, y ella pasará bailando delante mío, sin siquiera mirarme y se me romperá el corazón.
—Este sí que es un auténtico enamorado verdadero —seguía pensando el Ruiseñor—. Yo canto y él sufre; lo que para mí es alegría, para él es dolor. No cabe duda que el amor es una cosa admirable, más preciosa que las esmeraldas y más rara que los ópalos blancos. Ni con perlas ni con ungüentos se lo puede comprar, porque no se vende en los mercados. No se puede adquirir en el comercio ni pesar en las balanzas del oro.
—Los músicos estarán sentados en su estrado —decía el Estudiante—, y harán surgir la música de sus instrumentos, y mi amada bailará al son del arpa y el violín. Ella bailará tan levemente, que sus pies casi no tocarán el suelo, y los cortesanos, con sus trajes fastuosos, formarán corro en torno suyo para admirarla. Pero conmigo no bailará, porque no tengo una rosa roja para darle.
Y se arrojó sobre la hierba, y ocultando su rostro entre las manos, se puso a llorar amargamente.
—¿Por qué está llorando? —preguntó una lagartija verde que pasaba frente a él con la cola al aire.
—¿Sí, por qué? —murmuraba una margarita a su vecina, con voz dulce y tenue.
—Está llorando por una rosa roja —explicó el Ruiseñor.
—¿Por una rosa roja? —exclamaron las otras en coro. ¡Qué ridiculez!
La lagartija, que era un poco cínica, se puso a reír a carcajadas. Sólo el Ruiseñor comprendía el secreto de la pena del Estudiante y, posado silenciosamente en la encina, meditaba sobre el misterio del amor.
Por último, desplegó sus alas oscuras y se elevó en el aire. Cruzó como una sombra a través de la avenida, y como una sombra se deslizó por el jardín.
En medio del prado había un magnífico rosal, y el Ruiseñor voló hasta posársele en una de sus ramas.
—Necesito una rosa roja —le dijo. Dámela y yo te cantaré mi canción más dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su ramaje.
—Mis rosas son blancas —le contestó—, como la espuma del mar y más blancas que la nieve de la montaña. Pero ve donde mi hermana que crece al lado del viejo reloj de sol, y puede ser que ella te proporcione la flor que necesitas.
El Ruiseñor voló hacia el gran rosal que crecía junto al viejo reloj de sol.
—Dame una rosa roja —le dijo—, y te cantaré mi canción más dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su follaje.
—Mis rosas son amarillas —contestó—, tan amarillas como el cabello de la sirena que se sienta en un trono de ámbar, y más amarillas que el Narciso que florece en el prado. Pero anda a ver a mi hermano, que crece al pie de la ventana del Estudiante, y quizás él pueda darte la flor que necesitas.
El Ruiseñor voló entonces hasta el viejo rosal que crecía al pie de la ventana del Estudiante.
—Dame una rosa roja —le dijo—, y yo te cantaré mi canción más dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su follaje.
—Rojas son, en efecto, mis rosas —contestó—; tan rojas como las patas de las palomas, y más rojas que los abanicos de coral que relumbran en las cavernas del océano. Pero el invierno heló mis venas, y la escarcha marchitó mis capullos, y la tormenta rompió mis ramas y durante todo este año no tendré rosas rojas.
—Una rosa roja es todo lo que necesito —exclamó el Ruiseñor—; ¡sólo una rosa roja! ¿No hay manera alguna de que la pueda obtener?
—Hay una manera —contestó el rosal—, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtela.
—Dímela —repuso el Ruiseñor—. Yo no me asustaré.
—Si quieres una rosa roja —dijo el rosal—, tienes que construirla con tu música, a la luz de la luna, y teñirla con la sangre de tu corazón. Debes cantar con tu pecho apoyado sobre una de mis espinas. Debes cantar toda la noche, hasta que la espina atraviese tu corazón y la sangre de tu vida fluirá en mis venas y se hará mía...
—La propia muerte es un precio muy alto por una rosa roja —murmuró el Ruiseñor—, y la vida es dulce para todos. Es agradable detenerse en el bosque verde y ver al sol viajando en su carroza de oro y a la luna en su carroza de perlas. Es muy dulce el aroma del espino, y también son dulces las campanillas azules que crecen en el valle y los brezos que florecen en el collado. Sin embargo, el Amor es mejor que la vida, y, por último, ¿qué es el corazón de un ruiseñor comparado con el corazón de un hombre enamorado?
Y, desplegando sus alas oscuras, el ruiseñor se elevó en el aire, cruzó por el jardín como una sombra, y como una sombra se deslizó a través de la avenida.
El Estudiante seguía echado en la hierba, como lo había dejado; y las lágrimas no se secaban en sus anchos ojos.
—¡Alégrate! —le gritó el Ruiseñor—. ¡Siéntete dichoso, porque tendrás tu rosa roja! Yo la construiré con mi música, a la luz de la luna, y la teñiré con la sangre de mi corazón. Lo único que pido en cambio, es que seas un verdadero amante, porque el Amor es más sabio que la Filosofía, por muy sabia que ésta sea, y es más poderoso que la Fuerza, por muy fuerte que ella sea. Las alas del Amor son llamas de mil tonalidades, y su cuerpo es del color del fuego. Sus labios son dulces como la miel, y su aliento es como la mirra silvestre.
El Estudiante levantó la vista de la hierba y escuchó, pero no comprendió lo que decía el Ruiseñor, porque él sólo podía entender lo que estaba escrito en los libros.
En cambio, la encina comprendió y se puso a balancear muy tristemente, porque sentía un hondo cariño por el pequeño Ruiseñor que había construido el nido en sus ramajes.
—Cántame, por favor, una última canción —le susurró la encina—, porque voy a sentirme muy sola cuando te hayas ido.
Y el Ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que cae de una jarra de plata.
Cuando terminó la canción del Ruiseñor, se levantó el Estudiante y sacó del bolsillo un cuadernito y un lápiz.
—He de admitir que ese pájaro tiene estilo —se dijo a sí mismo caminando por la alameda—, eso no puede negarse; pero ¿acaso siente lo que canta? Temo que no, debe ser como tantos artistas, puro estilo y nada de sinceridad. Jamás se sacrificaría por alguien, piensa solamente en música y ya se sabe que el arte es egoísta. Sin embargo, debo reconocer que su voz da notas muy bellas. ¡Lástima que no signifiquen nada, o que no signifiquen nada importante para nadie!
Luego entró en su alcoba, y, echándose sobre su cama, comenzó de nuevo a pensar en su amor. Después de unos momentos se quedó dormido.
Cuando la luna alumbró en los cielos, el Ruiseñor voló hacia el rosal, y apoyó su pecho sobre la mayor de las espinas. Toda la noche estuvo cantando con el pecho contra la espina, y la luna fría y cristalina se inclinó para escuchar. Toda la noche estuvo cantando así apoyado, y la espina se hundía más y más en su carne y la sangre de su vida se derramaba en el rosal.
Cantó primero al nacimiento del Amor en el corazón de los adolescentes. Entonces, en la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo como canción tras canción. Al principio era pálida, como la niebla que flota sobre el río; pálida como los pies de la mañana y plateada como las alas de la aurora. La rosa que floreció en la rama más alta del rosal era como el reflejo de una rosa en un cáliz de plata, era como el reflejo de una rosa en espejo de agua.
El rosal le gritó al Ruiseñor para que apretara más su pecho contra la espina.
—¡Aprétate más, pequeño Ruiseñor —gritó el rosal—, o el día llegará antes de haber terminado de fabricar la rosa!
Y el Ruiseñor se apretó más contra la espina, y más y más creció su canto porque ahora cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un joven y de una virgen.
Y un delicado rubor comenzó a cubrir las hojas de la rosa, como el rubor que cubre las mejillas del novio cuando besa los labios de su prometida.
Pero la espina no llegaba todavía al corazón del corazón, y el corazón de la rosa permanecía blanco, porque sólo la sangre de un ruiseñor puede enrojecer el corazón de una rosa.
Y el rosal le gritó al Ruiseñor para que se apretara más aún contra la espina.
—¡Aprétate más, pequeño Ruiseñor —gritó el rosal—, o llegará el día antes de haber terminado de fabricar la rosa!
Y el Ruiseñor se apretó más aún contra la espina, y la espina al fin le alcanzó el corazón. Un terrible dolor lo traspasó. Más y más amargo era el dolor, y más y más impetuosa se hacía su canción, porque ahora cantaba el Amor sublimado por la muerte, el Amor que no puede aprisionar la tumba.
Y la rosa del rosal se puso camersí como la rosa del cielo del Oriente. Su corona de pétalos era púrpura como es purpúreo el corazón de un rubí.
La voz del Ruiseñor ya desmayaba, sus alitas comenzaron a agitarse, y una nube le cayó sobre sus ojos. Su canto desmayaba más y más, y sentía que algo le obstruía la garganta.
Entonces tuvo una última explosión de música. Al oírla la luna blanca se olvidó del alba y se demoró en el horizonte. Al oírla la rosa roja tembló de éxtasis y abrió sus pétalos al frescor de la mañana. El eco llevó la canción a la caverna de las montañas, y despertó a los pastores dormidos. Luego navegó entre los juncos del río que llevaron el mensaje hasta el mar.
—¡Mira, mira —gritó el rosal—, la rosa ya está terminada!
Pero el Ruiseñor no contestó, porque estaba muerto con la espina clavada en su corazón.
Ya era eso del mediodía cuando despertó el Estudiante; abrió la ventana y miró hacia afuera.
—¡Caramba, qué maravillosa visión! —exclamó—. ¡Una rosa roja! En mi vida he visto una rosa semejante. Es tan hermosa que estoy seguro que tiene un nombre muy largo en latín.
Se inclinó por el balcón y la cortó.
En seguida se caló el sombrero, y con la rosa en la mano, corrió a la casa del profesor.
La hija del profesor estaba sentada cerca de la puerta, devanando una madeja de seda azul, con su perrito a los pies.
—Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja —exclamó el Estudiante—. Aquí tienes la rosa más roja de todo el mundo. Esta noche la prenderás sobre tu corazón y como bailaremos juntos podré decirte cuánto te amo.
Pero la jovencita frunció el ceño.
—Me temo que no va a hacer juego con mi vestido nuevo —repuso—, Y, además el sobrino del Chambelán me envió unas joyas de verdad, y todo el mundo sabe que las joyas son más caras que las flores.
—Eres una ingrata incorregible —dijo agriamente el Estudiante, y tiró con ira la rosa al arroyo donde un carro la aplastó al pasar.
—¿Ingrata? —dijo la muchacha—. Yo te digo que eres un grosero. ¿Qué eres tú, después de todo? Sólo un estudiante, y ni siquiera creo que lleves hebillas de plata en los zapatos, como lo hace el sobrino del Chambelán.
Y muy altanera se metió en su casa.
—¡Qué cosa más estúpida es el Amor! —se dijo el Estudiante mientras caminaba—. No es ni la mitad de útil que la Lógica, porque no demuestra nada y le habla a uno siempre de cosas que no suceden nunca, y hace creer verdades que no son ciertas. En realidad no es nada práctico, y como en estos tiempos ser práctico es serlo todo, volveré a la Filosofía y al estudio de la Metafísica.
Y al llegar a su casa, abrió un libro lleno de polvo, y se puso a leer.



FIN

lunes, 4 de enero de 2010

La literatura clásica-Albert Einstein

La literatura clásica
Albert Einstein
(1952)

"De una persona que sólo lee los periódicos o libros de autorescontemporáneos se dice que es como un miope que se burlara de las gafas.
Depende por completo de los prejuicios y modas de su época,puesto que nunca llega a ver ni oír otra cosa.
Y lo que una persona,piensa por su cuenta, sin el estímulo de los pensamientos y experiencias de los otros es, en el mejor de los casos, bastante mezquino y monótono.
Sólo hay unas cuantas personas ilustradas con una mente lúcida y un buen estilo en cada siglo.
Lo que ha quedado de su obra es uno de los tesoros más preciados de la humanidad.
A unos cuantos escritores de la antigüedad debemos que la gente de la Edad Media se librara poco a poco de las supersticiones y de la ignorancia que habían ensombrecido
la vida durante más de cinco siglos.
No hay nada mejor que superar la presuntuosidad modernista."

He esperado solo la mañana y no me decepcionó esta vez- Autor desconocido



He esperado solo la mañana..(y no me decepcionó esta vez)
Autor desconocido



He esperado solo la mañana y no me decepcionó esta vez
He aprendido a crear instantes mágicos 
que tal vez algún día compartiré
Me he hecho fuerte aceptando mi lado oscuro, 
comprendiendo que he sido océano, y gota de agua, 
y las dos cosas me enseñaron a crecer.

He dicho unas pocas palabras sinceras 
sin más acierto ni más atino 
que la belleza de lo que te ayuda a entender 
que lo complejo es más fácil si se muestra sin miedo 
y  si dejamos de esforzarnos en intentarlo esconder.

Me he perdonado por llorar a solas, 
por asustarme al sentir alguna vez cosas hermosas
pero tan profundas que con sólo asomarme a ellas
comenzaba un enorme miedo a caer.

 He creído muchas veces que el fin estaba muy cerca, 
que rendirme a todo era lo único que podía hacer 
y en algunos instantes brillantes me he jurado 
que aquella sería la última vez.

 He disfrutado de momentos maravillosos,
pero pretendo que mi vida no se reduzca a esos momentos 
y al hacerlo,disfrutar del viaje más largo 
que es esta vida que aún tengo que entender.

martes, 8 de diciembre de 2009

Rayuela Capitulo 92-Fragmento-Julio Cortázar


Rayuela Capítulo 92 - Julio Cortázar


"Toda esa tarde asistió otra vez ,una vez más,
una de tantas veces más,
testigo irónico y conmovido de su propio cuerpo, 
a las sorpresas,los encantos y las decepciones de la ceremonia.
Habituado sin saberlo a los ritmos de la Maga, 
de pronto un nuevo mar un diferente oleaje lo arrancaba a los automatismos, 
lo confrontaba,parecía denunciar oscuramente su soledad enredada de simulacros.
Encanto y desencanto,de pasar de una boca a otra, 
de buscar con los ojos cerrados un cuello donde la mano ha dormido recogida y sentir que la curva es diferente, una base más espesa,un tendón que se crispa brevemente, 
con el esfuerzo de incorporarse para besar o morder.
Cada momento de su cuerpo frente a un desencuentro delicioso,
tener que alargarse un poco más o bajar la cabeza para encontrar la boca que antes estaba ahi tan cerca, acariciar una cadera más ceñida,incitar a una réplica y no encontrarla,
insistir distraído,hasta darse cuenta de que todo hay que inventarlo otra vez,
que el código no ha sido estatuído, que las claves y las cifras van a nacer de nuevo,serán diferentes ,responderán a otra cosa.
El peso, el olor,el tono de una risa o una súplica, los tiempos
y las precipitaciones, nada coincide siendo igual,todo nace de nuevo siendo inmortal,
el amor juega a inventarse, huye de sí mismo para volver en su espiral sobrecogedora ,
los senos cantan de otro modo,la boca besa más profundamente o como de lejos y en un momento
donde antes había como cólera y angustia, es ahora el juego puro,el retozo increíble o al revés, a la hora que antes se caía en el sueño,el balbuceo de dulces cosas tontas ,
ahora hay una tensión,algo incomunicado ,pero presente que exige incorporarse, algo como una rabia insaciable.
Sólo el placer en su aletazo último es el mismo,antes y después el mundo se ha hecho pedazos y hay que nombrarlo de nuevo dedo por dedo, labio por labio, sombra por sombra."
          

       

Carta a la Amada Inmortal-Ludwig van Beethoven


Carta a la Amada Inmortal
    

"Mi ángel, mi todo, mi yo...
¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla?
¿Puede consistir nuestro amor  en otra cosa que sacrificios, en exigencias de todo y nada?
¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas eternamente mía y yo eternamente tuyo?
Contempla la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo en presencia de lo inevitable .
El amor exige todo y con pleno derecho a mí,  para contigo y a ti para conmigo.
Sólo que olvidas tan fácilmente que yo tengo que vivir para mí y para tí.
Si estuviéramos unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido lo doloroso.
Mi viaje fue horrible...
Alégrate, sé mi más fiel y único tesoro, mi todo ,como yo para tí.
Lo demás que tenga que ocurrir y deba ocurrir con nosotros, los dioses habrán de enviarlo...
Tarde del lunes, tú sufres...donde yo estoy también estás tú conmigo.
 Conmigo y contigo haré yo que pueda vivir a tu lado.
 Qué vida ¡¡¡así!!! Sin tí... 
Perseguido por la bondad de algunas personas que no quiero recibir porque no la merezco.
Me duele la humildad del hombre hacia el hombre.
Y cuando me considero en conexión con el Universo
¿qué soy yo y qué es Aquel a quien llaman más grande?
Y sin embargo ahí aparece de nuevo lo divino del hombre.
Lloro al pensar que probablemente no recibirás mi primera noticia antes del sábado.
Tanto como tú me amas mucho más te amo yo a tí..!
¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ....
¡Oh, Dios mío! ¿Por qué habrá que estar separados cuando se ama así ?
Tu amor me ha hecho al mismo tiempo el ser más feliz y el más desgraciado ..
A mis años necesitaría ya alguna uniformidad, alguna normalidad  en mi vida..
¿Puede haberla con nuestras relaciones?....
Hoy y ayer ¡cuánto anhelo y cuantas lágrimas pensando en tí...mi vida, mi todo!
Adiós, quiéreme siempre...
Eternamente tuyo, eternamente mía , eternamente nuestros."
                    Ludwig van Beethoven

Rayuela Capitulo 7 Fragmento-Julio Cortázar

Rayuela Capítulo 7
Fragmento
Julio Cortázar
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca,
voy dibujándola como si saliera de mi mano.
como si por primera vez tu boca se entreabiera,
y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar.
Hago nacer cada vez la boca que deseo,
la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara,
una boca elegida entre todas,
con soberana libertad elegida por mí
para dibujarla con mi mano en tu cara,
 y que por un azar que no busco comprender
coincide exactamente con tu boca
que sonríe por debajo de mi mano que la dibuja.

Me mirás, de cerca me mirás, cada vez más de cerca
y entonces jugamos al cíclope,
nos miramos cada vez más de cerca
y los ojos se agrandan, se acercan entre si,
 se superponen y los cíclopes se miran ,respirando confundidos,
las bocas se encuentran y luchan tibiamente
mordiéndose con los labios,
apoyando apenas la lengua
entre los dientes, jugando en sus recintos,
donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo,
acariciar lentamente la profundidad de tu pelo
mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces,
de movimientos vivos ,de fragancia oscura.
Y si nos mordemos el dolor es dulce,
y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento,
 esa muerte es bella.
Y hay una sola saliva
 y un solo sabor a fruta madura
y yo te siento temblar como una luna en el agua.


Los Formales y el frío-Mario Benedetti


Los Formales y el frío
Mario Benedetti

Quién iba a prever que el amor ( ese informal)
se dedicara a ellos ( tan formales)
Mientras almorzaban por primera vez
ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes.
Su sonrisa ( la de ella)
era como un augurio o una fábula
Su mirada ( la de él ) tomaba nota
de cómo eran sus ojos ( los de ella)
pero sus palabras ( las de él)
no se enteraban de esa dulce encuesta
Como siempre ( o como casi siempre)
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal
ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos
fue preciso meterse en un boliche
Y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia
extra seca y sin hielo , por favor
Cuando llegaron a su casa ( la de ella)
ya el frío estaba en sus labios ( los de él)
de modo que ella ( fábula y augurio)
le dio refugio y café instantáneos
Una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio
como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre
El probó “ sólo falta que me quede a dormir”
y ella probó “ por qué no te quedás”
y él “ no me lo digas dos veces”
y ella “ bueno,¿ por qué no te quedás?”
De manera que él se quedó ( en principio)
 a besar sin usura sus pies fríos ( los de ella)
después ella besó sus labios ( los de él)
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así...
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.

SOLILOQUIO DEL SOLTERON-Roberto Arlt

SOLILOQUIO DEL SOLTERÓN
Roberto Arlt
       



  Me miro el dedo gordo del pie, y gozo.
            Gozo porque nadie me molesta. Igual que una tortuga, a la mañana, saco la cabeza debajo la caparazón de mis colchas y me digo, sabrosa­mente, moviendo el dedo gordo del pie:
            -Nadie me molesta. Vivo solo, tranquilo y gordo como un archi­preste glotón.
            Mi camita es honesta, de una plaza y gracias. Podría usarla sin repa­ro ninguno el Papa o el arzobispo.
            A las ocho de la mañana entra a mi cuarto la patrona de la pensión, una señora gorda, sosegada y maternal. Me da dos palmaditas en la es­palda y me pone junto al velador la taza de café con leche y pan con man­teca. Mi patrona me respeta y considera. Mi patrona tiene un loro que dice: "¡Ajuá! ¿Te fuiste? Que te vaya bien", y el loro y la patrona me consuelan de que la vida sea ingrata para otros, que tienen mujer y, ade­más de mujer, una caterva de hijos.
            Soy dulcemente egoísta y no me parece mal.
            Trabajo lo indispensable para vivir, sin tener que gorrear a nadie, y soy pacífico, tímido y solitario. No creo en los hombres, y menos en las mujeres, mas esta convicción no me impide buscar a veces el trato de ellas, porque la experiencia se afina en su roce, y además no hay mujer, por mala que sea, que no nos haga indirectamente algún bien.
            Me gustan las muchachitas que se ganan la vida. Son las únicas mu­jeres que provocan en mí un respeto extraordinario, a pesar de que no siempre son un encanto. Pero me gustan porque afirman un sentimiento de independencia, que es el sentido interior que rige mi vida.
            Más me gustan todavía las mujeres que no se pintan. Las que se la­van la cara, y con el cabello húmedo, salen a la calle, causando una sen­sación de limpieza interior y exterior que haría que uno, sin escrúpulos de ninguna clase, les besara encantado los pies.
            No me gustan los chicos, sino excepcionalmente. En todo chiquillo, casi siempre se descubren fisonómicamente los rastros de las pillerías de los padres, de manera que sólo me agradan a la distancia y cuando pienso artificialmente con el pensamiento de los demás que coinciden en decir: "¡Qué chicos, son un encanto!", aunque es mentira.
            Me baño todos los días en invierno y verano. Tener el cuerpo limpio me parece que es el comienzo de la higiene mental.
            Creo en el amor cuando estoy triste, cuando estoy contento miro a ciertas mujeres como si fueran mis hermanas, y me agradaría tener el po­der de hacerlas felices, aunque no se me oculta que tal pensamiento es un disparate, pues si es imposible que un hombre haga feliz a una sola mujer, menos todavía a todas.
            He tenido varias novias, y en ellas descubrí únicamente el interés de casarse, cierto es que dijeron quererme, pero luego quisieron también a otros, lo cual demuestra que la naturaleza humana es sumamente inesta­ble, aunque sus actos quieran inspirarse en sentimientos eternos. Y por eso no me casé con ninguna.
            Personas que me conocen poco dicen que soy un cínico; en verdad, soy un hombre tímido y tranquilo, que en vez de atenerse a las aparien­cias busca la verdad, porque la verdad puede ser la única guía del vivir honrado.
            Mucha gente ha tratado de convencerme de que formara un ho­gar; al final descubrí que ellos serían muy felices si pudieran no tener hogar.
            Soy servicial en la medida de lo posible y cuando mi egoísmo no se resiente mucho, aunque me he dado cuenta que el alma de los hombres está constituida de tal manera, que más pronto olvidan el bien que se les ha hecho que el mal que no se les causó.
            Como todos los seres. humanos he localizado muchas mezquindades en mí y más me agradaría no tener ninguna, mas al final me he convenci­do que un hombre sin defectos sería inaguantable, porque jamás le daría motivo a sus prójimos para hablar mal de él, y lo único que nunca se le perdona a un hombre, es su perfección.
            Hay días que me despierto con un sentimiento de dulzura florecien­do en mi corazón. Entonces me hago escrupulosamente el nudo de la cor­bata y salgo a la calle, y miro amorosamente las curvas de las mujeres. Y doy las gracias a Dios por haber fabricado un bicho tan lindo, que con su sola presencia nos enternece los sentidos y nos hace olvidar todo lo que hemos aprendido a costa del dolor.
            Si estoy de buen humor, compro un diario y me entero de lo que pasa en el mundo, y siempre me convenzo de que es inútil que pro­grese la ciencia de los hombres si continúan manteniendo duro y agrio su corazón como era el corazón de los seres humanos hace mil años.
            Al anochecer vuelvo a mi cuartujo de cenobita, y mientras espero que la sirvienta -una chica muy bruta y muy irritable- ponga la mesa, "sotto voce" canturreo Una furtiva lágrima, o sino Addio del passato o Bei giorni ridenti... Y mi corazón se anega de una paz maravillosa, y no me arrepiento de haber nacido.
            No tengo parientes, y como respeto la belleza y detesto la des­composición, me he inscripto en la sociedad de cremaciones para que el día que yo muera el fuego me consuma y quede de mí, como úni­co rastro de mi limpio paso sobre la tierra, unas puras cenizas.

("Aguafuertes porteñas"  Roberto Arlt)

Rayuela-Capítulo 93 Fragmento extractado-Julio Cortázar


" Rayuela- Capítulo 93  
Julio Cortázar"

"Pero el amor, esa palabra...
Moralista yo, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas,
desconcertado y arisco en la ciudad, donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos.
Amor mío, no te quiero por vos o por mí, ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte,
te quiero porque no  sos mía, porque estás del otro lado,
ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto,
porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí,
no te alcanzo, no paso de tu cuerpo o de tu risa(...)
...para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo(...)
Claro que te curarás, porque vivís en la salud,
después de mi será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños.
Stop, ya está bien así(...)
Por qué stop?
Por miedo a empezar las fabricaciones, son tan fáciles.
Sacás una idea de ahí, un sentimiento de otro estante,
los atás con ayuda de palabras y resulta que te quiero.
Total parcial: te quiero.
Total general: te amo:
Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a alguien y casarse con él.
Lo eligen, lo juro, los he visto.
Como si se pudiese elegir en el amor, como si el amor no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio .
Vos dirás que lo eligen por que lo aman, yo creo que es al revés.
Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.(...)
Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando, mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran y es un dolor dulce y una esperanza y se sabe que uno se llama... y  el otro ...y basta para que el corazón sea como una frutilla y...
Por qué no?
Hablo de entonces y no de este balance en que ya sabemos que el juego está jugado."

"Rayuela"  Capítulo 93  Julio Cortázar

Poema de los dones-Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges
Poema de los dones




Nadie rebaje a lágrima o reproche 
Esta declaración de la maestría 
De Dios, que con magnífica ironía 
Me dio a la vez los libros y la noche.


De esta ciudad de libros hizo dueños
A unos ojos sin luz, que sólo pueden
Leer en las bibliotecas de los sueños
Los insensatos párrafos que ceden


Las albas a su afán. En vano el día 
Les prodiga sus libros infinitos, 
Arduos como los arduos manuscritos 
Que perecieron en Alejandria.


De hambre y de sed (narra una historia griega) 
Muere un rey entre fuentes y jardines;
Yo fatigo sin rumbo los confines 
De esa alta y honda biblioteca ciega.


Enciclopedias, atlas, el Oriente 
Y el Occidente, siglos, dinastías, 
Símbolos, cosmos y cosmogonías 
Brindan los muros, pero inútilmente.


Lento en mi sombra, la penumbra hueca 
Exploro con el báculo indeciso, 
Yo, que me figuraba el Paraíso 
Bajo la especie de una biblioteca.


Algo, que ciertamente no se nombra 
Con la palabra azar, rige estas cosas; 
Otro ya recibió en otras borrosas 
Tardes los muchos libros y la sombra.


Al errar por las lentas galerías 
Suelo sentir con vago horror sagrado 
Que soy el otro, el muerto, que habrá dado 
Los mismos pasos en los mismos días.


¿Cuál de los dos escribe este poema 
De un yo plural y de una sola sombra? 
¿Qué importa la palabra que me nombra 
si es indiviso y uno el anatema?


Groussac o Borges, miro este querido 
Mundo que se deforma y que se apaga 
En una pálida ceniza vaga 
Que se parece al sueño y al olvido.
(De «El Hacedor»)


 

 (El 24 de agosto de 1899, nace en Buenos Aires Jorge Luis Borges en casa de Isidoro Acevedo, su abuelo paterno. Es bilingüe desde su infancia y aprenderá a leer en inglés antes que en castellano por influencia de su abuela materna de origen inglés. A los siete años escribe en inglés un resumen de la mitología griega; a los ocho, La visera fatal, inspirado en un episodio del Quijote; a los nueve traduce del inglés "El príncipe feliz" de Oscar Wilde.)